Paleontólogos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina identificaron las enfermedades que afectaron a los dinosaurios depredadores que vivieron en la Patagonia (sur del país) a fines del periodo Cretácico. Aproximadamente entre 90 y 70 millones de años atrás, informó hoy el organismo.
La labor, realizada en el marco de una investigación paleontológica, permitió identificar evidencias de enfermedades en tres especies de dinosaurios abelisáuridos:
- Elemgasem nubilus
- Aucasaurus garridoi
- Quilmesaurus curriei
[TE PUEDE INTERESAR: ¡Majestuoso! Encuentran tigre siberiano, el felino más grande del mundo, en China]
¿Quiénes son los abelisáuridos?
“Los abelisáuridos fueron una familia de dinosaurios bípedos carnívoros, caracterizados por tener huesos del cráneo con ornamentaciones, extremidades anteriores muy reducidas. Así como un esqueleto axial rígido debido a articulaciones peculiares en algunas vértebras”, dijo el Conicet, que describió a las especies como “majestuosos reptiles extintos“.
En una primera fase de la investigación los paleontólogos notaron deformaciones en la superficie externa de algunos huesos a nivel macroscópico. Especialmente en las vértebras caudales de ejemplares de Elemgasem y Aucasaurus. Este hallazgo llevó a la hipótesis de posibles patologías. Lo cual condujo a los investigadores a analizar tanto la morfología externa como la estructura interna de estos especímenes.
¿Qué enfermedades encontraron en dinosaurios depredadores?
Se realizaron entonces tres tipos de estudios: el primero consistió en el análisis macroscópico de la estructura externa de los huesos. El segundo, de tipo histológico, se centró en Quilmesaurus y Elemgasem, para examinar cambios a nivel microscópico, tanto en el exterior como en el interior de los huesos. Para el tercero se incluyó tomografías computadas en algunos elementos de Aucasaurus, para evaluar cómo una posible patología afectó el tejido óseo.
“Los resultados revelaron tres tipos distintos de patologías. El ejemplar de Aucasaurus presentaba una enfermedad congénita de desarrollo, que indicaba que este individuo nació con una malformación que, a pesar de ello, le permitió vivir muchos años sin afectaciones graves”. Según detalló el organismo científico argentino.
En el caso del Elemgasem, se diagnosticó espondiloartropatía o espondiloartritis, una enfermedad también presente en humanos, que provoca la fusión de vértebras y la consiguiente inflamación. Mientras que el ejemplar de Quilmesaurus mostró signos de alguna patología que no pudo ser determinada con precisión. Pero pareciera diferente de las detectadas en los otros dos abelisáuridos.
Resultados del estudio
La última fase del estudio consistió en la recopilación y el análisis estadístico de todas las enfermedades registradas en dinosaurios terópodos a nivel mundial. Lo que permitió establecer la base de datos más completa hasta la fecha para este grupo de animales extintos.
El Conicet subrayó que uno de los resultados más importantes fue poder establecer, a partir del análisis estadístico, correlaciones entre algunas enfermedades y el estilo de vida de estos depredadores activos en el pasado.
“Entre otros resultados, se encontró que algunos grupos de dinosaurios terópodos, como los tiranosáuridos, presentaban marcas de mordiscos con infecciones. Lo cual hace suponer que estos depredadores poseían una conducta social intraespecífica muy agresiva. En otros casos, como en los alosáuridos, la elevada presencia de fracturas en los huesos de las extremidades posteriores indicaría un estilo de vida activo“. De acuerdo con el informe.
Salud de los dinosaurios depredadores
El primer autor del estudio, Mattia Antonio Baiano, investigador del Museo Municipal Ernesto Bachmann, explicó que el trabajo “no sólo expande nuestro conocimiento sobre la salud de los dinosaurios, sino que también destaca la presencia de enfermedades que persisten en la actualidad. Sugiriendo posibles conexiones entre el estudio de organismos extintos y la investigación de enfermedades contemporáneas”.
Por su parte, Diego Pol, investigador del Conicet del Museo Paleontológico “Egidio Feruglio”, también autor del estudio, destacó que “es un trabajo muy interesante, ya que reúne especialidades de diferentes investigadores e intenta descubrir un poco las marcas que dejan en el esqueleto los comportamientos de los dinosaurios”. Los investigadores resaltaron que estudiar las enfermedades de los dinosaurios podría arrojar luz sobre el origen de varias patologías actuales.