Con más de 330 años de historia, la capilla de Santa Crucita en la alcaldía Xochimilco, de la Ciudad de México, alberga dos tesoros:
Uno religioso, dos Cristos de pasta de caña, con costillas y dientes humanos, resalta el padre Marcos Rodríguez.
“Estos cristos tienen una peculiaridad como son todos los cristos del siglo 16, de un material que es netamente artesanal e indígena que es el bagazo de caña
Marcos Rodríguez Hernández Sacerdote | Capilla de Santa Crucita, Xochimilco
El otro tesoro es natural, un ojo de agua localizado a 5 metros frente al altar.
El encargado de la capilla, Juan Antonio, asegura que en el sismo de 2017, la comunidad se quedó sin agua y este manantial calmó la sed.
“En el terremoto se le abasteció de agua aquí a más de 5 mil gentes, que lo ocupaban para las necesidades, y eso era diario, durante todo lo que tuvimos el desastre por lo menos 20 días se les estuvo dando agua”.
Juan Antonio Muñoz | Encargado, Capilla de Santa Crucita, Xochimilco
El padre Marcos, dice que este ojo de agua, hizo de la capilla un lugar especial.
“Fue precisamente aquí el lugar donde empezaron los bautismos de esta región de Xochimilco”.
Marcos Rodríguez Hernández | Sacerdote, Capilla de Santa Crucita, Xochimilco
Fieles como Yolanda y Olivia, aprecian ambos tesoros, opinan que son un ícono de Xochimilco.
La iglesia permanece cerrada por el daño tras el sismo de 2017.
Juan, el encargado, dice que las autoridades del Instituto Nacional Antropología e Historia la repararán.
“El INAH ya está viendo esto, ya vinieron a ver para componer la capilla“.
Juan Antonio Muñoz | Encargado, Capilla de Santa Crucita, Xochimilco
En estos días se abrió la capilla por su fiesta religiosa, y el ojo de agua fue aprovechado por vecinos, pero Santa Crucita volverá a cerrarse con sus dos tesoros en resguardo.