Yazidíes temen por sus familiares secuestrados por el Estado Islámico
Los secuestros tuvieron como blanco aquellos que rechazaron irse o simplemente no pudieron huir.
En un polvoriento y rudimentario campo de refugiados del norte de Irak, yazidíes que huyeron de la ofensiva yihadista relatan angustiados el secuestro de miembros de sus familias - hombres, mujeres e incluso niños -, a manos de los combatientes.
Amnistía Internacional, que ha estado investigando estos casos, afirma que miles de yazidíes fueron capturados por los yihadistas del Estado Islámico (EI) desde el inicio de su ofensiva el 3 de agosto contra las localidades norteñas de esta minoría kurdohablante.
Los secuestros tuvieron como blanco aquellos que rechazaron irse o simplemente no pudieron huir de sus pueblos cercanos al Monte Sinjar, tierra ancestral de los yazidíes iraquíes.
Según los refugiados, mujeres y niños se hallan detenidos en las prisiones de la provincia de Nínive, donde la fulgurante ofensiva de los combatientes sunitas fue lanzada en junio. Temen en cambio que los hombres hayan sido ejecutados.
El ataque yihadista obligó a los yazidíes a huir de sus hogares en la frontera con Siria. Los supervivientes buscaron refugio en el Monte Sinjar, donde fueron asediados durante días por los insurgentes, sin apenas comida ni agua.
Unas 200 mil personas lograron ponerse a salvo en el Kurdistán pero otras miles permanecen en la montaña y según Donatella Rovera, consejera en Respuestas de Crisis de Amnistía Internacional, la suerte de "miles" de secuestrados es incierta. "Las víctimas son de todas las edades, desde niños hasta ancianos", dice. Los raptos tuvieron lugar al parecer en pueblos donde los residentes sacaron las armas para defenderse de los yihadistas, agregó.
Aunque el EI ha llevado a cabo secuestros en Siria, el grupo hasta ahora no había capturado a mujeres y niños en masa. "Parece que se llevaron a familias enteras, a todos aquellos que no lograron escapar", según Rovera. Entre los secuestrados, hay unas tres mil mujeres y niñas, retenidas separadamente de los hombres en Tal Afar, al este del Monte Sinjar, agregó.