Los niños son “los grandes excluidos” de hoy: Papa Francisco
Lamentó que la infancia soporte “algunas heridas” que le hacen mal.
El Papa advirtió este miércoles que los niños son los “grandes excluidos” de la actualidad porque a muchos de ellos “ni siquiera los dejan nacer” y lamentó que la infancia soporte “algunas heridas” que le hacen mal.
Durante la audiencia general, ante más de 20 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano, Francisco reflexionó sobre el rol de los pequeños en la sociedad y bromeó contando algunas experiencias personales.
“Cuando los tomo en brazos algunos sonríen, otros me ven vestido de blanco, creen que soy el médico que voy a darles la vacuna y lloran”, relató divertido, en su discurso pronunciado en italiano. “Nosotros, a menudo, tenemos una sonrisa que no es vivaz sino artificial, de payaso. Nuestro corazón pierde esta capacidad de sonreír y de llorar, dos cosas que en nosotros a menudo se bloquean, pero los niños pueden restituirnos esta capacidad”, agregó.
El líder católico aclaró que también los niños tienen el pecado original son egoístas, pero conservan una pureza y una sencillez interior, ya que no son diplomáticos, dicen lo que sienten y lo que ven, sin filtros. Así, constató, ponen en dificultades a los padres ante otras personas, no tienen “la cara de cartón”, son capaces de sonreír y llorar espontáneamente, aún no han aprendido “aquella ciencia de los dobleces” que los adultos aprendimos.
Sostuvo que en el mundo muchos de ellos viven en condiciones no dignas y estableció que de cómo son tratados los niños se puede juzgar a la sociedad, no sólo moralmente sino sociológicamente, si es una sociedad libre o una sociedad esclava de intereses internacionales.
“Los niños nos recuerdan que todos, en los primeros años de la vida, hemos sido totalmente dependientes de los cuidados y de la benevolencia de los demás, una realidad humana que ni siquiera el hijo de Dios se ahorró”, explicó. “Dios ni tiene dificultad de hacerse entender y los niños no tienen problemas de entender a Dios. Los niños son, en sí mismos, una riqueza para la humanidad y también para la Iglesia”, añadió.
Precisó que ellos ayudan a no considerarse autosuficientes, sino necesitados de ayuda, de amor y de perdón; aportan su modo de ver la realidad, con una mirada confiada y pura, aún no contaminada por la malicia, por las incrustaciones de la vida que endurecen el corazón.
“Los niños traen vida, alegría, esperanza, también problemas. Pero la vida es así. Ciertamente traen también preocupaciones y a veces muchas dificultades, pero es mejor una sociedad con estas preocupaciones, que una sociedad gris porque se quedó sin niños”, estableció.