En Inglaterra, un aristócrata vendió ¡su propia montaña!
Sobre la misma no se puede edificar
Necesitado de dinero para pagar impuestos de sucesión, el conde de Lonsdale, Hugh Lowther, de 64 años, vendió su propia montaña. Sí ¡Su propia montaña!
La historia inicia así: tras la muerte de su padre, en 2006, Lowther no tuvo el dinero suficiente para pagar los derechos de sucesión, así que, para recaudar, el conde se vio en la penosa necesidad de poner a la venta la colina conocida como Blencathra, situada en la región de Cumbria, que tiene una superficie de 2 mil 676 acres, sobre los cuales ¡no se puede edificar! Tal vez no fue la mejor inversión para el comprador.
Aunque el objetivo de Hugh Lowther era mantener la mayoría de fincas del condado "tan intactas como sea posible", puede presumirse que comenzó con el pie izquierdo, pues tuvo que deshacerse de una porción de su dominio.
El montículo, ubicado en el rural Distrito de los Lagos, en Inglaterra, un lugar paradisiaco y, por demás, turístico, según informa el director de la inmobiliaria encargada de la compraventa de la propiedad, John Robson, mide 868 metros, y fue adquirido por un comprador anónimo en recientes días.
Aunque no se precisó el monto equivalente a la venta, inicialmente Lowther pedía hace unos meses la nada modesta cantidad de 2.18 millones de euros.
La compra, además de inusual, se traduce en una oferta inigualable, toda vez que no sólo incluye la montaña, sino el derecho a ostentar uno de los títulos de Lowther, el del “Señor de la casa de Therelkeld”, además del escudo de armas que le acompaña.
Es decir, el comprador sería algo así como miembro de la nobleza inglesa, por lo menos lo equivalente a la parte de su adquisición.
Vecinos del lugar intentaron adquirir la propiedad del aristócrata; no obstante a Lowther le pareció poco dinero, así que decidió venderla al misterioso comprador que ahora, tras la venta, es, ni más ni menos, dueño de una montaña que perteneció a la familia del vendedor durante 400 años.
El agente encargado de la venta describió la montaña como "una de las joyas de la corona del Lake District" -una de las zonas más turísticas del Reino Unido- y comparó su compra con la adquisición de una obra de arte o de una joya. ¿Qué más podría decir un agente inmobiliario?
Como sea que fuere, la publicidad funcionó y ahora la montaña tiene un nuevo dueño, quien no podrá edificar sobre ella.
El conde de Lonsdale se queda sin su montaña, pero no sin su tercera esposa, con quien vive.
A partir de ahora, el aristócrata cuenta tan sólo con 18 meses para pagar los impuestos de sucesión, que ascienden a 11 millones de euros.