Dumoulin supera tormentas en la Vuelta

Deportes EFE 10/09/2015 13:21

Tom Dumoulin (Cortesía)

El irlandés Nicolas Roche, sacó brillo a un apellido ilustre del ciclismo mundial con su victoria en la decimoctava etapa de la Vuelta. En el nombre del padre, Stephens, ganador del Tour, Giro y Mundial en 1987, alzó los brazos en Riaza, donde el holandés Tom Dumoulin cruzó la meta de rojo, al superar el primer examen.

Roche, de 31 años y primo de Daniel Martin, que abandonó en la presente edición, batió en un esprint entre dos al español Haimar Zubeldia, ambos únicos supervivientes de los 25 escapados que animaron la jornada.

El irlandés resistió al ciclista guipuzcoano y a la picadura de una avispa que le percutió en la mano a falta de tres kilómetros. No hubo dolor, en tal caso "algo de miedo", pero celebró su segunda victoria en la Vuelta. La primera en el Monte da Grove, en 2013.

Los favoritos entraron juntos a 38 segundos con Alejandro Valverde en cabeza. Allí estaba, tan tranquilo, Tom Dumoulin, con su flamante maillot rojo. Primer examen aprobado de los tres que le restan hasta Madrid. Esperaba ataques, y los tuvo, pero el chico de Maastricht anda sobrado. "Tuve claro que iba a seguir de líder sin problema", dijo.

La etapa entre Roa y Riaza, de 204 kilómetros, tenía su miga, con perfil rompepiernas y el Puerto de la Quesera (1a) a 13 de meta, una cuesta tendida, sin grandes rampas, donde Aru trató de robar a Dumoulin los 3 segundos que pueden conducir a la gloria o al desencanto.

No hubo manera de doblegar al gigante del Giant, muy seguro de si mismo, siempre rodeado de enemigos locos por hundirlo, y sin colaboración de sus compañeros de equipo, ajenos a la guerra de su líder. En la isla de la soledad supo salir a cada uno de los ataques de Aru, que fueron unos cuantos. Si el sardo arrancaba, Dumoulin enseguida se pegaba a su rueda. Fue su único secreto.

En medio de la refriega lo probaron otros, primero Purito Rodríguez desde lejos, y luego Valverde en tres ocasiones. Ante la insistencia, el holandés tiró de paciencia, e incluso lanzó un órdago. Harto de sufrir agresiones, quien atacó fue él mismo a cuatro de meta, "ya que Aru había desgastado mucho". Un aviso de autoridad.

La transición desde Roa a Riaza amaneció a toda velocidad. El pelotón cubrió 50 kilómetros en la primera hora, y poco después se formó una fuga de 25 hombres, conveniente para todos aquellos que se juegan algo ya sea el maillot rojo, los puestos del podio o los secundarios, que de todo hay.

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