Un centenar de empresas y actores nacionales y extranjeros se alistan para encender los motores del mercado de la marihuana en México, que se perfilaría como el mayor del mundo una vez que sea regulado por el Congreso, señalan expertos.
“México se está posicionando como el mercado más grande del mundo a nivel país, más que Estados Unidos, más que Canadá. Hay espacio para todos”, dice Erick Ponce, presidente del Grupo Promotor de la Industria del Cannabis (GPIC), que reúne a 25 empresas mexicanas y extranjeras.
La legalización pone a México al tope del negocio, arriba de pioneros como Uruguay y Canadá, cuyas poblaciones son una fracción de la mexicana, de 126 millones de habitantes. Resta un debate legislativo, pero se da por descontado que pasará sin mayores cambios.
Distintas proyecciones apuntan a que el mercado nacional, medicinal y recreativo de la marihuana, valdrá entre 5.000 y 6.000 millones de dólares para 2025, una porción considerable del total mundial, que alcanzaría 73.570 millones de dólares en 2027, según la consultora Grand View Research.
Se espera además recaudar entre 900 y 1.700 millones de dólares de impuestos anuales, según estimaciones del Congreso y de la ONG Consejo Mexicano de Cannabis y Cáñamo (CMCC).
¿Qué se plantea con la marihuana?
La ley regula el negocio desde el cultivo hasta la comercialización de diversos productos. No solo la hoja para fumar, sino hasta infusiones o dulces podrían entrar al menú.
Permite la “integración vertical” donde los actores podrán recibir licencias para participar en todas las fases del negocio, propiciando el surgimiento de empresas con gran poder de mercado.
Aunque contempla dar prioridad a los permisos para campesinos y financiamiento, no evita que puedan ser avasallados por empresas con experiencia y mucho dinero, señalan activistas.
La norma también impone altos estándares sobre semillas, producción y hasta los espacios de comercialización de marihuana, lo que podría generar un negocio oligopólico.
Así, aunque se abre un camino hacia la formalización, hay riesgo de que los campesinos sigan atrapados en la ilegalidad, dominada por poderosos cárteles, señalan expertos.