Refugiados que habitan una gigantesca fábrica de acero en Mariúpol, el último reducto de la milicia ucraniana, han conmovido al mundo entero después de que se difundiera un video en donde se les escucha clamando por “ver el Sol”.
La grabación, difundida por el batallón de Azov, muestra a familias enteras “atrincheradas”, a las cuales los militares les llevan un poco de comida y también juguetes para que los menores olviden, fugazmente, el encierro obligado.
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“Quero ver el Sol, porque aquí adentro hay poca luz, no es como afuera. Cuando nuestras casas sean reconstruidas podremos vivir en paz”.
Niño refugiado.
¿Cómo es la vida de los refugiados en la fábrica de acero?
El batallón de Azov, creado por nacionalistas proucranianos en 2014 y, posteriormente, agregado a la Guardia Nacional de Ucrania, se mantiene resguardando a las cientos de personas que se encuentran en la planta, la cual Moscú ha asegurado que no tomará.
Los militares llevan juguetes y comida a los hijos de los trabajadores que allí se refugian y que sueñan con volver a ver la luz del Sol.
Como en “La vida es bella”, con ese padre que se inventaba juegos para su hijo en un campo de concentración nazi, los soldados ucranianos atrincherados en la acería de Mariúpol se las ingenian para hacer menos pesado el encierro a los niños.
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“Aunque tenemos juegos en el móvil, yo quiero ver el Sol”, insiste el menor.
Porque a estas alturas sólo los más pequeños se distraen con el teléfono: “Queremos regresar a casa, regresar vivos y ver a nuestras familias”, dice el niño.
Los pequeños refugiados con hijos de los trabajadores de la planta metalúrgica de Azovstal, asediada por los chechenos, y en cuyo búnker conviven militares y civiles.
En el video se observa a una mujer que lleva encerrada junto con su pequeña 50 días y quien suspira por salir ya porque, asegura, la comida se acaba.
La estancia bajo tierra se hace insoportable para los niños en cuya voz de uno de ellos se resume el deseo colectivo: ver sus casas reconstruidas y vivir en una Ucrania en paz.