Luis Abinader, presidente de República Dominicana, quien llegó al poder en agosto de 2020, dijo que levantará un muro fronterizo ante Haití, la nación más pobre del hemisferio Occidental. Son dos países muy distintos, pero hermanados, que comparten una misma isla en la zona central de las Antillas.
República Dominicana y Haití comparten una frontera de alrededor de 380 kilómetros, y tal como sucede con mexicanos del norte, que por la mañana se levantan para ir a trabajar a ciudades del sur estadounidense, miles de haitianos salen diariamente para ganarse el pan en la nación vecina, aunque violan procesos migratorios y son extorsionados.
Razones del muro
Luis Abinader y la vicepresidenta Raquel Peña buscan reducir migración indocumentada, trata de personas y contrabando. El muro entre República Dominicana y Haití comenzará a construirse en el segundo semestre de 2021. Esto generó preocupación entre los trabajadores haitianos, pues se complicarían sus fuentes de ingreso.
Haitianos entrevistados en la frontera acusan que militares dominicanos les cobran mil pesos (alrededor de 18 dólares estadounidenses) para dejarlos pasar, ya que la mayoría no tienen documentos de identidad, y pedir la visa se hace imposible. Ante la pobreza, el trasiego de artículos ilegales está a la orden del día entre ambos países.
Quienes tienen visado, viajan en autobuses que van de un país al otro y paran en la aduana, pero es una minoría, comparado con la cantidad de gente que cruza el Masacre.
El Masacre es un río bautizado así tras el asesinato de unos 30 mil haitianos ordenado por el dictador dominicano Rafael Trujillo, en 1937.
Haití y la migración
Esto ocurre mientras el pueblo haitiano trata de quitar del poder al presidente Jovenel Moïse, destacado empresario que prometió acabar con la corrupción en el país. Se le acusa de desviar apoyos financieros internacionales y dinero nacional a cuentas privadas.
El tema migratorio es punto de fricción en la relación históricamente difícil de República Dominicana (donde se habla español y hay una relación estrecha con España) y Haití (donde se habla francés y hay una relación casi mística con sus raíces africanas). Sin embargo, ambas naciones se reconocen afrodescendientes.
Willer Jean, haitiano de 33 años que trabaja en una escuela dominicana, aseguró:
“(El muro) no va a resolver nada en absoluto, porque los que vienen de manera ilegal pagan dinero (en los pasos oficiales) para que los crucen”.
Iván Reina, dominicano de 30 años, coincide:
“Aunque construyamos un muro del tamaño de la muralla china, mientras se le siga cobrando (…) a una persona por cruzar la frontera, no tendrá sentido”.