Un niño de nueve años camina por el pasillo de un hospital y comienza a correr cuando ve a su hermano mayor y a su padre. Tras siete semanas de sufrimiento, una familia israelí está reunida de nuevo.
La escena tiene lugar el viernes por la noche, pocas horas después de la liberación, por el movimiento islamista palestino Hamás, de los primeros trece rehenes israelíes.
Niño, rehén de Hamás, abraza a su padre tras 48 días secuestrado
Ohad, con su camiseta gris y gafas rojas, corre con mirada confiada y los brazos tendidos hacia el abrazo reconfortante de su padre.
Las autoridades limitaron considerablemente a los medios de comunicación el acceso a las familias.
Los psiquiatras alertaron sobre el trauma vivido, en particular por los niños, y sobre el tiempo que les llevará reanudar su vida.
Pero el Foro de las Familias, organización montada el 7 de octubre, ofrece declaraciones con cuentagotas.
“Es muy importante para mí decir que no estamos de fiesta”, explica Roy Munder, hermano mayor de Ohad, vestido con una camiseta negra con la frase “Que regresen a casa ahora” en rojo.
“Estamos felices pero no en fiesta porque aún hay otros rehenes detenidos”, insiste con gravedad.
“Debemos continuar nuestra lucha hasta que todos los rehenes sean liberados”, añade.
El sueño se hace realidad
El acuerdo entre Hamás e Israel, condicionado al respeto de una tregua iniciada el viernes, debe permitir la liberación de 50 de los aproximadamente 240 rehenes israelíes secuestrados el día del ataque de Hamás.
A cambio, Israel debe liberar a tres presos palestinos por cada rehén. En ambos lados solamente serán liberados mujeres y menores de edad.
El viernes, entre los primeros 13 rehenes liberados habían cuatro niños, uno de ellos de dos años, y seis mujeres mayores de 70.
Entre ellos figuran Aviv y Raz Asher, de dos y cuatro años, y su madre Doron.
“Soñé que volvíamos a casa”, dice la mayor en una habitación de hospital junto a su padre. “Y el sueño se hizo realidad”, le responde su padre, Yoni.
Tregua de la guerra de Hamás contra Israel
El 7 de octubre, hombres de Hamas lanzaron desde la Franja de Gaza un ataque sin precedentes en suelo israelí. En total, mil 200 personas fueron asesinadas, en su mayoría civiles, según las autoridades israelíes.
Israel juró “aniquilar” a Hamás y bombardeó sin cesar la Franja de Gaza antes del comienzo de la tregua.
Según el gobierno de Hamás, cerca de 15 mil personas murieron, de lo cuales dos tercios eran mujeres y menores.
Para las familias israelíes, la prioridad absoluta es el regreso de todos los rehenes. Las primeras liberaciones, en principio seguidas de otras el sábado y los días siguientes, traen gran esperanza.
Haim Peri, de 79 años, sigue cautivo porque el acuerdo no incluye a los hombres. Pero el viernes unos rehenes liberados dijeron haberlo visto.
“Tenemos una prueba de vida de mi padre”, secuestrado en el kibutz de Nir Oz, se regocija ante el AFP Noam Peri.
Un total de 75 personas fueron secuestradas en esta comunidad y 29 asesinadas.
El saberlo vivo “da mucha esperanza, pero no sabemos cuánto durará”, comenta.
Ruby Chen es incapaz de alegrarse. Su hijo Itai, de 19 años, es militar y Hamás especificó que no liberará a los soldados.
“Es difícil describir la sensación de no saber si tu hijo está vivo o no”, dice. “Es algo que supera el dolor”, abunda.
Pero las 06:00 de la madrugada del 8 de octubre, “dos oficiales llamaron a casa para decirnos Itai había sido secuestrado y no asesinado”, relata.
“Nos sentimos ‘afortunados’ con la noticia”, destaca.