Uno de los 75 ucranianos que regresaron a su patria el viernes 31 de mayo es Roman Vasiliovič, que pasó casi dos años y medio en cautiverio. Estaba trabajando en un puesto de control de la central nuclear de Chernóbil cuando los rusos lo arrestaron en marzo de 2022 y lo sacaron del país a través de Bielorrusia.
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Advertencia: el siguiente material contiene imágenes sensibles. Se recomienda discreción:
Dan a conocer imágenes del ucraniano capturado por Rusia
El proyecto I Want to Live (Quiero vivir), dirigido por el personal de coordinación ucraniano para cuestiones de prisioneros de guerra, ha publicado fotografías de Vasiliovich poco después de su regreso.
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Las imágenes muestran su cuerpo demacrado cubierto de moretones y magulladuras, sus huesos sobresaliendo debajo de su piel marchita.
“La condición de los prisioneros de guerra evoca horror y asociaciones con los aspectos más oscuros de la historia humana: los campos de concentración nazis”, decía el proyecto.
No paran las historias
Otra prisionera, la policía Mariana Cheljuková, capturada por los ocupantes en mayo de 2022, cuando huía de las ciudades de Mariupol y Zaporizhia, también regresó al cautiverio después de más de dos años. Los rusos mantuvieron a Chelyuková en prisión en la región ocupada de Donetsk. Durante sus más de dos años en cautiverio, su familia sólo pudo hablar con ella por teléfono una vez.
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Quiero vivir afirma que la joven pasó por torturas físicas y morales en cautiverio. Sus captores la mataron de hambre, la golpearon y la amenazaron. Cheljuková también ha perdido mucho peso, sufrió una tos crónica intensa y sus riñones han comenzado a fallar. Probablemente ésta sea la razón por la que los rusos dieron su visto bueno a su intercambio.
El proyecto I Want to Live exige a Rusia a resolver el tema de los prisioneros de guerra mediante un intercambio total “todos por todos”. “Esto es una cuestión humanitaria. Los rusos deben dejar de usar el sufrimiento de estas personas y sus familias como arma”, enfatizó el grupo en un comunicado.
La liberación de Roman Vasiliovich Gorilyk y otros prisioneros es sólo un pequeño paso en una lucha continua.