“La gente se va a encontrar con lobos feroces”, dice Katiusca Camargo, dirigente de base en Petare, enorme barriada del este de Caracas, Venezuela, que teme una violenta represión en vísperas de una manifestación nacional convocada por la oposición para denunciar como fraudulenta la reelección del presidente Nicolás Maduro.
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Muertos tras protestas por reelección de Maduro en Venezuela
Doce personas -11 civiles y un militar- han perdido la vida desde que el lunes estallaron protestas espontáneas por la reelección del gobernante.
Muchos de los manifestantes proceden de Petare, gigantesca barriada de casas precarias e intrincadas callejuelas y escalinatas que se elevan sobre las montañas que cierran el valle de Caracas.
Referente en el barrio de San Blas de Petare, miembro de una ONG y reconocida opositora a Maduro, Katiusca Camargo piensa que el gobierno quiere disuadir a la población de salir a la calle, en vísperas de una gran concentración convocada para el sábado por la líder de la oposición María Corina Machado.
“Tenemos muertos, heridos, detenidos, desaparecidos. La gente sabe. La gente tiene miedo. Saben que van a enfrentar gente armada, lobos feroces”, dice Camargo, que tiene tatuada la palabra “Resiliencia” en el brazo derecho.
Se refiere a los “colectivos”, grupos armados progubernamentales que apoyan a Maduro, el sucesor del fallecido presidente socialista Hugo Chávez, que gobierna Venezuela desde 2013. Actúan en pequeñas células, sin órdenes oficiales, con una estrategia de siembra del terror.
Miedo en la ciudad por incursión de grupos armados
Los colectivos se instalaron en el mercado Gloria al Bravo Pueblo de Petare, indican varios testigos. El martes, esperaron a quienes volvían de una manifestación convocada por Machado y su candidato Edmundo González Urrutia.
“Atacaron a los que llevaban camisetas blancas o de la bandera de Venezuela. Robaron motos, se llevaron a unos” y los entregaron a la policía, cuenta Josumary Gómez, de 32 años. “Te dices a ti misma: si salgo ya no regreso”, añade sobre las próximas manifestaciones.
Los colectivos también han realizado incursiones nocturnas en Petare.
“Hay grupos que salieron, que provocaron un terror psicológico. No sabes los videos y mensajes que recibimos. Decían que estaban entrando a una casa y no había nada. Sí que fueron a algunos sitios, pero no pueden estar en los 2 mil sectores de Petare. Es terror psicológico”, reflexiona Camargo.
Sin querer revelar su nombre, un habitante del barrio José Félix Ribas, conocido como uno de los más peligrosos de Petare, narra que “empezaron con la presión en la noche. Gente extraña, encapuchados. No son los malandros (delincuentes) de aquí, son colectivos. Intimidan a la gente, dan miedo, golpean. Oí tiros, muchos. Roban motos”.
El objetivo fue logrado. El miedo reina ya en Petare.
El mismo hombre admite: “Yo no voy a manifestar. No salgo. Tengo una mala experiencia del pasado. Vi a gente morir. Es una guerra, una guerra civil”.
“Vamos a matar a fulano”
Un centenar de personas murió en 2017 en manifestaciones opositoras, lo que derivó en una investigación por “crímenes de lesa humanidad” en la Corte Penal Internacional.
Miguel Becerra, fotógrafo de 35 años, cuenta que participó de esas manifestaciones. “Estuve tratando de ejercer mi voluntad en contra del gobierno y al ver que no se solucionaba y que había muchos muertos, tomé la decisión de salir del país”, indica.
“Volví en 2020, porque tenía la esperanza de que hubiera un cambio”, explica Becerra, quien ahora está pensando en emigrar nuevamente a Ecuador.
“No estoy trabajando porque la verdad es que el miedo a salir es grande”, dice este fotógrafo que teme encontrarse “con un grupo de colectivos que te secuestren, que te maten, que te desaparezcan”.
Un comerciante, también atemorizado y que no quiere dar su nombre, explica que ya no habla. “Si decimos una cosa vienen unos, si decimos otra cosa vienen otros. Hay represalias. Es mejor tener la boca cerrada”, indica al hacer el gesto de pasar una cremallera por sus labios.
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Alexander Camargo, de 50 años, describe tiempos de violencia no muy lejanos. “Aquí era candela. Decían ‘quítate de ahí que vamos a matar a fulano’. Aquí te mataban por una gorra o unos zapatos. Era peor que Pakistán, con pistolas automáticas. Los niños reconocían las armas por el sonido”.
Bromea con un grupo de vecinos. Una de ellas dice que no quiere ir a la cárcel por sus ideas políticas. “El menú no es muy bueno”, comenta.
Cae la noche en Petare. Katiusca Camargo y sus amigas se reúnen para orar en una esquina junto con un pastor.
Jhoana Padilla, de 40 años, llora mientras reza. “Le pido al Señor que derrame sus bendiciones sobre esta nación, sobre nuestro pueblo, sobre la barriada de Petare, que se respete el voto y la decisión de cada uno de los venezolanos. Yo voté por mis hijos, por un futuro mejor, por nuestra vida cotidiana”.
“Sé que hay miedo, pero hay momentos en que ese miedo te da la fortaleza”, afirma conmovida.