Irma Serrano, la “Tigresa”, es recordada por su particular estilo y gusto, además de sus romances, de los cuales se derivaron algunos lujosos regalos que van desde propiedades y objetos hasta muebles llenos de historia.
Esta mañana se dio a conocer el fallecimiento de Irma Serrano, la “Tigresa”, a los 89 años, quien se desempeñó como actriz, cantante y que, además, estuvo relacionada con la política mexicana.
Es bien sabido que la “Tigresa” era amante de los lujos y las propiedades, tal como lo demuestra su casa en Lomas de Chapultepec, su mansión en Cuernavaca o su casa de San Ángel, producto de las ganancias que obtuvo tras su paso por el cine y la televisión, pero también como regalo de sus romances.
Irma Serrano, la “Tigresa”, fue una de las artistas más famosas
Durante sus años de juventud, Irma Serrano, la “Tigresa”, se consolidó como una de las artistas más famosas, cumpliendo un sueño que tenía desde pequeña, por lo que pudo comprar su casa de Reforma y el famoso teatro Fru Fru.
Pero, de acuerdo con Infobae, la vedette declaró que recibió algunos regalos lujosos gracias a su empatía con la gente que la rodeaba, por lo que llamó la atención de Gustavo Díaz Ordaz mientras era presidente de México.
La bailarina confirmó su romance en el libro “A calzón quitado, La Tigresa”, donde menciona que el exmandatario la consentía y le demostraba su cariño.
El romance extramarital fue ampliamente criticado, pero la bailarina se mostraba orgullosa de esta relación, misma que no era del todo secreta, ya que el entonces mandatario en ningún momento le pidió a la “Tigresa” que guardara silencio.
Los lujosos regalos para Irma Serrano, la “Tigresa”
Pero años después de esta relación se dieron a conocer algunos de los lujosos regalos que Ordaz le dio a Serrano, uno de ellos un inmueble en la calle Peñas, en la colonia Pedregal de San Ángel, una casa que estaba hecha en su mayoría con piedra volcánica y ladrillos al descubierto.
En la entrada había una estatua de un diablo desnudo, un regalo del presidente Díaz Ordaz y que se asemeja a la que está en la entrada del teatro Fru Fru. Otro de los lujos obsequiados que destacaron fue una cama dorada con adornos de cisne que perteneció a Carlota, esposa del emperador Maximiliano de Habsburgo, y que tuvo que ser devuelta 15 años después cuando se supo que faltaban piezas del Castillo de Chapultepec.
De igual forma, Irma Serrano recibió un comedor sacado directamente de Los Pinos, que pertenecía a Maximiliano y que dotaba de un toque elegante a su casa del Pedregal, la cual describen periodistas de la época como bohemia y llena de objetos como muñecas de porcelana y cristalería.
El inmueble estaba adornado con muebles costosos y un piano forrado con terciopelo rojo y dorado que hacían juego con la alfombra. Sus propiedades estaban decoradas con estatuas, candelabros, lámparas, pinturas y adornos de todo tipo.
Se menciona que como respuesta de la “Tigresa” a los lujos y regalos, llevó serenata a la Residencia Oficial de los Pinos para la esposa de su amante, Guadalupe Borja. “Firme, Irma, firme, me dije a mí misma para recuperar el valor que se me andaba queriendo huir”, menciona en el libro.
El exmandatario no tomó bien este acto y enfrentó a Serrano, quien le dio una cachetada al presidente y abandonó el lugar. Al terminar esta relación, Irma vendió el inmueble de San Ángel y confesó no haber estado enamorada, sino encariñada.