En la zona arqueológica de Chichén Itzá se logró captar en video la formación de un remolino de tierra que sorprendió a los turistas que se encontraban en la zona.
La grabación fue compartida en Twitter por el usuario Brian Roemmele y hasta el momento cuenta con 7.9 millones de reproducciones.
El remolino de tierra que se formó en Chichén Itzá
En el video se observa el momento en que se forma un remolino de tierra cerca de la base de la pirámide de “El Castillo”, en Chichén Itzá. Al fondo se escucha a una persona decir “Kukulcán e’ta enojado”.
Los turistas que están en las inmediaciones de la pirámide sacan sus teléfonos y se acercan para tener una mejor toma del fenómeno natural. Afortunadamente, no se presentó ningún riesgo y sólo quedó en una anécdota que contar.
Aunque en el video se escucha a alguien decir que este fenómeno es obra del dios Kukulcán, la verdad es que la explicación tiene poco que ver con la intervención de los dioses mayas en Chichén Itzá.
Las tolvaneras, o remolinos de tierra, se producen cuando en lugares de clima cálido, el cielo está despejado y una corriente de aire “golpea” al suelo caliente, formando así un ambiente de inestabilidad que se manifiesta en una columna vertical de aire que al girar levanta el polvo y otros objetos pequeños a su alrededor.
En Estados Unidos se les conoce como “dust devil” (demonio de polvo) y aunque tienen un sobrenombre que podría causar terror, normalmente estos remolinos no causan grandes daños estructurales, y son considerados como un fenómeno similar a un tornado, pero de mucha menor intensidad.
Un lugar lleno de misterios
Los misterios en Chichén Itzá no terminan con las tolvaneras. Un fenómeno que llama la atención de turistas y la comunidad científica es el que se presenta cuando se aplaude en la base de las escaleras de la pirámide de Kukulcán.
Al momento de juntar las palmas, el eco que se recibe de vuelta no es el de un aplauso, sino el canto de un quetzal. Hasta el día de hoy los científicos no han podido explicar el porqué se genera el sonido de un ave al momento de aplaudir.
Para las antiguas culturas prehispánicas, el quetzal era considerado un ave sagrada que los aztecas relacionaban con Quetzalcóatl y los mayas ligaban a Kukulcán. Los investigadores siguen debatiendo si fue intencional o no que el eco generado por la pirámide de Chichén Itzá recuerde al canto de esta “deidad emplumada”.