La zona protegida del Cerro del Fortín sobresale entre la plancha de concreto que forma la ciudad de Oaxaca como un pulmón natural conformado por 87 hectáreas de bosque, antes no existía una reserva natural de agua hasta que la asociación civil Colmillo Blanco, decidió crear artesanalmente pequeñas represas para almacenar agua que se han convertido en auténticos oasis en medio de la sequía.
Estos contenedores de agua ayudan a que la fauna silvestre y los árboles sobrevivan.
- “Bueno es un oasis de aproximadamente de tres metros por cuatro, por cinco metros… que es el único lugar donde pueden encontrar agua, aquí en el cerro del fortín ya no hay otro lugar donde puedan encontrar esta oportunidad de encontrar agua y pues esperemos que podamos resistir junto con los oasis para que los animalitos, pues sigan visitándolo“. Carlos Morales, activista ambiental y representante de Colmillo Blanco.
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Voluntarios de la asociación llenan estos espacios con agua de pipas, e incluso con garrafones, mismos que son comprados gracias a donaciones de la gente y a veces con recursos propios.
Se ha vuelto un acto natural observar cómo aves beben agua limpia para saciarse.
Pero no sólo la fauna silvestre bebe de los oasis, también los perros abandonados en la ciudad o en el Cerro del Fortín, sobreviven gracias a estos espacios y que Colmillo Blanco esteriliza.
En esta reserva de agua florecen y crecen especies endémicas de la zona, árboles de copal, guamúchil, pinos, además de cactus, árboles frutales como el níspero, ciruelos y guayabas.
Colmillo Blanco busca la supervivencia del Cerro del Fortín en Oaxaca
Por ello, Colmillo Blanco también se dedica a convocar a la ciudadanía a reforestar la reserva. Esta vez respondió al llamado un grupo de Scouts de Oaxaca.
- “No nada más decir (ay hace mucho calor o voy a sembrar un árbol), pero sembrar un árbol no es tan fácil como nos comentaba Colmillo Blanco de que es adaptarlo a la tierra al lugar”. Alejandro Rodríguez, scout de Oaxaca.
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El Cerro del Fortín se vuelve famoso sólo una vez al año debido a que en una de sus cimas se ubica el auditorio Guelaguetza.
El resto del año sobrevive a las intensas sequías, incendios forestales y al crecimiento de la mancha urbana.
