El icónico Palacio de Bellas Artes es una de las joyas arquitectónicas de México. Resguarda, en su fachada, una enigmática y fascinante cabeza de perro, que ha cautivado a visitantes y expertos por generaciones. Sin embargo, pocos conocen sobre su origen (incluso, existencia), pero en, Unotv.com, con información de la Secretaría de Cultura, te daremos los detalles de este elemento significativo del recinto, ubicado en la capital del país.
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El misterio de la cabeza de perro en Bellas Artes
El Palacio de Bellas Artes, construido en 1904, fue concebido como un espacio para celebrar y promover el arte y la cultura de México. Sin embargo, entre los intrincados detalles de su majestuosa fachada neoclásica, se encuentra una escultura que se ha convertido en un enigma para los más observadores.
De acuerdo con la Secretaría de Cultura, la cabeza de perro fue esculpida por el arquitecto italiano Adamo Boari. La historia de la figura data durante la construcción de este imponente recinto, cuando su fiel acompañante, la perrita Aída, lo ayudaba a supervisar cada parte de su obra. Es por ello que su dueño, Adamo Boari, decidió inmortalizarla en el recinto.
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Huellas en la historia
El arquitecto, de origen italiano, Adamo Boari, colaboró en varias obras importantes del país durante la época porfiriana; sin embargo, la obra más importante en su vida fue el Palacio de Bellas Artes. El proyecto pretendía reemplazar al Teatro Nacional, pero resultó ser más relevante de lo que se pensaba.
Desde el primer día de su construcción, el 1 de octubre de 1904, la perrita Aída estuvo a su lado recorriendo la obra y observando cada detalle junto a su amo. Los trabajadores del recinto quedaban asombrados, debido al interés y obediencia que mostraba la perrita durante las supervisiones.
La mascota inmortalizada
La acompañante y mascota del arquitecto era un ejemplar de raza Setter. Casi al finalizar la obra, los trabajadores del recinto entristecieron, cuando se enteraron que la mascota del arquitecto había muerto. Tanto fue el amor de Boari hacia su mascota, que le pidió al escultor Beno Gianneti Fiorenzo que realizara una figura del animal para honrar su memoria y su fidelidad.
Como resultado, quedó una cabeza de perro, la cual se colocó en la fachada del Palacio de Bellas Artes, junto a las otras máscaras y guirnaldas creadas por el escultor.
Adamo Boari murió el 24 de febrero de 1928, por lo que ni él ni su fiel mascota pudieron ver su obra maestra terminada el 29 de septiembre de 1934, día de su inauguración.
Hasta ahora, la mascota Aída lleva casi 100 años inmortalizada en el Palacio de Bellas Artes.