“Jaimito, el Cartero” es al igual que “Doña Florinda”, “Don Ramón”, “Quico” y “La Chilindrina”, uno de los personajes más entrañables de “El Chavo del 8”. El inolvidable empleado de correspondencia fue interpretado por Raúl “Chato” Padilla, ¿sabías que el actor aluna vez confesó que no tuvo una infancia normal?
Para Raúl “Chato” Padilla, uno de los mensajeros más famosos del mundo del entretenimiento, no fue común crecer jugando en el patio de su casa o visitando los parques. El actor pasó su etapa de niño en una de las escuelas de su padre, quien era dueño de una compañía de teatro.
- “Chato” Padilla en una de sus primeras películas
¿Quién fue Raúl “Chato” Padilla, el actor que no tuvo una infancia normal?
Raúl “Chato” Padilla que impactó con su muerte a sus compañeros de “El Chavo del 8”, al propio Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” le tocó presenciar sus últimos momentos, nació en Monterrey, Nuevo León el 17 de junio de 1918.
Desde la cuna cuenta con herencia artística pues su padre, Juan Padilla, era dueño de una compañía de teatro y esto lo hizo crecer con una vena actoral desde muy pequeño.
“Chato” Padilla, quien pasaría a la historia como “Jaimito, el Cartero” murió el 3 de febrero de 1994. Tomó clases de actuación cuando sólo tenía cuatro años, por eso es que él recordaba constantemente que no tuvo una infancia normal como la de la mayoría de los niños.
“Mis primeros años no fueron más que teatro, teatro y teatro. Hoy me doy cuenta de que la vida de todos ha sido normal: la mía no. Mi vida ha sido absolutamente absolutamente aburrida, no como la de otro chico”
Recordó Raúl “Chato” Padilla hace muchos años
Padilla tenía una gran memoria para las fechas, recuerda que en septiembre de 1923 se inició en la actuación
En algunas obras de teatro, Padilla compartió el escenario con Carlos Villagrán, “Quico” en “El Chavo del 8”, con quien por azares del destino no llegó a compartir una grabación de esta serie, pero esto no impidió que naciera entre ellos una gran amistad.
Además de su paso por el teatro, el actor tuvo participaciones en el cine con las películas “Caballo Prieto Azabache”, “Bellas de Noche” y “El Albañil”. Actuó con Mario Moreno “Cantinflas” en “El Ministro y Yo”.
Apareció en telenovelas como “La Dueña” y “El Usurpador” y en programas de televisión donde imperaba la comedia:
- “El Mundo de Luis de Alba”
- “Los Polivoces”
- “El Circo de Capulina”
“Jaimito, el Cartero”: de Tangamandapio para el mundo
Se dice que Raúl “Chato” Padilla, que inmortalizó frases como “Quiero evitar la fatiga” y “Soy de Tangamandapio” tuvo su primer encuentro con “Chespirito” a finales de los 70. Un sketch para “El Chapulín Colorado” los abría unido y de ahí para el futuro se sumó a sus otras producciones hasta que se consagró como “Jaimito, el Cartero”.
Como el cartero que no quería trabajar, Jaimito promovía constantemente el que decía era su pueblo natal, Tangamandapio, campaña que le valió, pusieran una estatua en su honor en Santiago Tangamandapio, Michoacán en 2012.
La escultura se levantó como muestra de agradecimiento al personaje que dio a conocer el pequeño municipio a nivel internacional.
Otro dato que ha sido documentado es que “Chato” Padilla no tuvo muchas apariciones en “El Chavo del Ocho” porque llegó al programa para mediar la crisis que ocurrió tras la salida de “Quico” y “Don Ramón”.
A pesar de que sus participaciones fueron a cuentagotas, Padilla se ganó el corazón del público con “Jaimito, el Cartero”.
- Otro personaje que interpretó en los programas de “Chespirito” fue el de “Raúl Morales”, un jefe de la comisaría de “Los Caquitos”.
“Chespirito” reveló cómo fue la trágica muerte de “Chato” Padilla
Para Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” la muerte de Raúl “Chato” Padilla fue impactante; en una de sus confesiones señaló que los últimos momentos de su amigo ocurrieron en un estudio de grabación.
“Después de grabar lo estuve esperando en la escalera para demostrarle que yo también podía brincar desde el quinto escalón de la escalera. Pero no bajaba. Entonces subí para ver si le pasaba algo y lo que pasaba es que ya estaba muerto. Tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo. Hasta parecía que estaba soñando algo bonito, tenía cara de estar contento. Pero no puede ser, porque ni modo que le diera gusto morirse”
Compartió Roberto Gómez Bolaños “Chespirito” en un libro