Un misterioso mal, conocido como la enfermedad de banda amarilla, está destruyendo los corales del golfo de Tailandia, aseguran expertos en oceanografía, quienes disponen de escasos recursos, y una amenaza para la economía local.
Esta rara enfermedad que está dañando a los corales en Tailandia cubren amplias secciones de un arrecife de coral con una bacteria mortífera que hasta ahora no había llegado a este rincón muy apreciado por los buceadores.
“Nunca había visto algo así”, dijo la oceanógrafa Lalita Putchim, tras una inmersión para observar los corales del litoral de la isla tailandesa de Samae San, al sureste de Bangkok.
“Allí donde vamos lo vemos y esperamos verlo más a medida que avanzamos”, indicó Putchim, del Departamento de Recursos Costeros y Marinos de Tailandia.
La llamada enfermedad de la banda amarilla se detectó en Florida en los años 1990 y provocó un amplio deterioro en los arrecifes del Caribe y hasta el momento no tiene remedio conocido.
A pesar de ello, no fue hasta el año pasado que se detectó en la costa oriental de Tailandia, cerca de la popular ciudad turística de Pattaya, y ahora ya se ha propagado por unas 240 hectáreas de mar.
Los expertos consideran que la llegada de esta misteriosa enfermedad a Tailandia puede estar vinculada a la sobrepesca, la contaminación o el calentamiento del agua marina que debilita la estructura del coral.
A diferencia de los episodios de blanqueamiento de coral, que han afectado en varias ocasiones la Gran Barrera de Australia, el impacto de la enfermedad no se puede revertir. “Cuando el coral se infecta con esta enfermedad, simplemente muere”, dijo Lalita.
Los científicos tailandeses confían en que su investigación de este brote ayude a encontrar una forma de frenar o curar la enfermedad. Esto es de suma importancia ya que la desaparición del coral puede tener un impacto devastador en el ecosistema.
El arrecife es “como un bosque” que alberga enormes cantidades de vida y su muerte puede terminar afectando eventualmente a los humanos, aseguró la experta, quien indicó que la bacteria no sólo amenaza el coral, sino el sustento vital de muchos residentes de la zona.