Júpiter tiene varias lunas, pero en la helada Europa existe un océano de agua salada debajo de una gruesa capa de hielo; una conexión entre ésta y la capa de hielo de Groenlandia, en la Tierra, le ha dado a los científicos una nueva perspectiva: el océano de Europa podría ser habitable, de acuerdo con un nuevo estudio.
Los científicos llevan más de 20 años intrigados por los impresionantes cortes de la superficie helada de Europa. Las crestas dobles tienen cimas que pueden alcanzar casi 305 metros de altura, con amplios valles entre ellas. La nave espacial Galileo, de la NASA, captó estas características por primera vez en la década de 1990, pero los investigadores no han podido determinar cómo se formaron.
Al estudiar la capa de hielo de Groenlandia mediante observaciones de radar de penetración de hielo, un equipo de investigadores observó un rasgo similar de doble cresta con forma de letra M que es como una versión en miniatura de la de Europa.
La coincidencia de este tipo de formación sugiere que bajo la capa de hielo de Europa puede haber abundancia de bolsas de agua de características similares a las de Groenlandia, y servirían para detectar entornos potencialmente habitables, según una nueva investigación publicada en Nature Communications.
Estudios sobre la estructura en forma de M de Europa
Un equipo encabezado por la Universidad de Stanford, Estados Unidos, identificó un tipo de estructura en los hielos de Europa similar a las existentes en Groenlandia, unas crestas dobles o en forma de M.
El experto consideró que si el mecanismo observado en las crestas de hielo de Groenlandia “es como ocurren estas cosas en Europa, eso sugiere que hay agua en todas partes”.
En lugar de comportarse como un bloque de hielo inerte, la capa helada de Europa parece estar sometida a procesos geológicos e hidrológicos, una idea apoyada por este estudio y otros, que incluyen pruebas de penachos de agua que salen a la superficie, recuerda la investigación.
Una capa de hielo dinámica favorece la habitabilidad, ya que facilita el intercambio entre el océano subsuperficial y los nutrientes de los cuerpos celestes vecinos acumulados en la superficie.
Los autores aseguraron que su explicación de cómo se forman las crestas dobles es tan compleja que no podrían haberla concebido sin el análogo en la Tierra.