La intensa actividad del Popocatépetl es captada por la NASA
La NASA captó la actividad del volcán Popocatépetl, uno de los más activos de México, que ha emitido gases y cenizas en lo que va de octubre de 2024.
La NASA, a través del sensor OLI (Operational Land Imager) del satélite Landsat 8, capturó imágenes de una de las erupciones recientes del volcán el pasado 25 de octubre, que muestran una intensa emisión de vapor de agua, gases volcánicos y cenizas.
Según el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED), la actividad de “Don Goyo” no ha cesado desde 2005 y afecta a las comunidades cercanas con caída de ceniza constante.
En la semana del 16 al 22 de octubre, varios pueblos cercanos al volcán, ubicado al sureste de la Ciudad de México, reportaron acumulación de cenizas que, al tocar el suelo, pueden afectar la salud respiratoria, el suministro de agua y la agricultura en la región.
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CENAPRED mantiene el semáforo de alerta en amarillo, nivel medio en la escala de tres colores, e insta al público a mantener una distancia de al menos 12 kilómetros del cráter.
El 20 de octubre, el sistema de monitoreo sísmico registró fuertes tremores en el volcán, acompañados de una columna de cenizas y gases que se elevó hasta 2 kilómetros sobre el cráter.
Si bien las partículas de ceniza que permanecen en la atmósfera alta presentan menos riesgos para la calidad del aire, estas pueden desplazarse grandes distancias: algunas alcanzaron el Golfo de México y el 26 de octubre llegaron a Sarasota, Florida, donde el Servicio Meteorológico Nacional reportó la presencia de cenizas en la atmósfera alta.
El Popocatépetl ha experimentado periodos de actividad recurrentes desde 1994, cuando volvió a la vida después de 50 años de calma.
Un equipo de investigación estima que el volcán ha tenido al menos 25 erupciones explosivas significativas en los últimos 500 mil años, con el último evento de gran magnitud ocurrido hace aproximadamente mil 100 años.
La erupción actual tiene un índice de explosividad volcánica (VEI) de 2, lo que la convierte en un fenómeno que, aunque menos explosivo que otros eventos históricos, sigue representando un riesgo significativo para la población y el medio ambiente.
