Recientemente, se encontrado miles de abejas momificadas de la época faraónica; el descubrimiento hallado en la costa de Odemira revela secretos ecológicos.
Un equipo de paleontólogos y científicos liderado por Carlos Neto de Carvalho, colaborador del Instituto Dom Luiz (IDL) ha revelado la existencia de cientos de abejas momificadas, que datan de la época de los faraones, en la costa de Odemira, Portugal.
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El estudio, publicado en la revista internacional Papers in Paleontology, describe el asombroso estado de conservación de estas abejas, que se estaban en sus capullos.
Este método de fosilización es sumamente raro, ya que los esqueletos de estos insectos generalmente se descomponen rápidamente debido a su composición quitinosa.
Hayan mas abejas momificadas con 3 mil años de antigüedad
El proyecto identificó cuatro yacimientos paleontológicos en la costa de Odemira con una alta densidad de fósiles de capullos de abejas.
Algunos de los cuales contenían miles de capullos en un casi un metro cuadrado.
Estos yacimientos se encuentran entre Vila Nova de Milfontes y Odeceixe, Odemira; municipio que apoyo este estudio permitiendo su datación por carbono 14.
Andrea Baucon, un coautor del estudio, destacó que la antigüedad de estos capullos es sumamente difícil:
“Con un registro fósil de 100 millones de años de nidos y colmenas atribuidos a la familia de las abejas, lo cierto es que la fosilización de su usuario es prácticamente inexistente.”
Andrea Baucon, coautor del estudio y paleontólogo
Los capullos, que tienen casi tres mil años de antigüedad, conservan los adultos jóvenes de la abeja Eucera, una de las 700 especies que aún se encuentra en Portugal continental.
¿Qué encontraron en las abejas momificadas?
Al examinar los cuerpos, se encontraron detalles anatómicos y ecológicos que ayudan a imaginar el panorama de la época, de acuerdo con Neto de Carvalho:
“El grado de conservación de estas abejas es tan excepcional que pudimos identificar no solo los detalles anatómicos que determinan el tipo de abeja, sino también su sexo e incluso el aporte de polen monofloral que dejó la madre cuando construyó el capullo.”
Carlos Neto de Carvalho, colaborador del IDL
Estos capullos ofrecen una ventana única al pasado, ya que muestran el interior recubierto con un intrincado hilo producido por la madre y, en ocasiones, restos de polen monofloral que alimentaban a las larvas.
Finalmente, la investigación destaca que este descubrimiento tiene un valor excepcional en la comprensión de la ecología y la resiliencia de las abejas en el pasado.
Lo que podría arrojar luz sobre cómo enfrentar los desafíos actuales relacionados con el cambio climático.
Ya que en un período climático marcado por inviernos más fríos y lluviosos hace casi tres mil años, estas abejas lograron adaptarse y sobrevivir.