Habitantes de la ciudad de Bursa, al noroeste de Turquía, atestiguaron un extraño fenómeno luego de que al atardecer apareció una nube que, aseguraron, asemejaba un platillo volador, y que permaneció inmóvil alrededor de una hora.
El jueves por la tarde, entre el cielo despejado, apareció una nube de aspecto circular y color rojo, con un aro menor al centro, y que en redes sociales abrió el debate de si se trataba de un ovni (objeto volador no identificado).
Asimismo, el extraño fenómeno, sobre un cerro y con un cielo prácticamente despejado al fondo, podía verse desde varios de los distritos que conforman Bursa, donde sus habitantes lo observaron intacto durante alrededor de una hora.
Incluso, hubo quien afirmó que se trataba de un ojo viendo a través de una lupa, luego de que comenzó a alargarse en un extremo, aunque algunos internautas aseguraron que el cielo “estaba gritando” por la situación por la que pasa el mundo.
Sin embargo, expertos en meteorología, y versiones atribuidas al Servicio Meteorológico del Estado Turco, refieren que lo de este 19 de enero se trató de la formación de una nube lenticular.
¿Qué son las nubes lenticulares?
Exclusivas de las zonas de montaña, este tipo de nubes se forman en la troposfera, la capa más baja de la atmósfera, aunque con aspecto de nube de niveles superiores, y que por su desarrollo tienden a tener la apariencia de nave espacial.
Sin embargo, su formación depende, además de la orografía, de aspectos como la presión atmosférica, temperatura y humedad ambiental, afectadas directamente por el régimen de vientos en la zona.
De hecho, es curiosa su formación, pues comienza con una ráfaga de viento chocando contra la cima de una montaña, lo que provoca su rebote hacia arriba, con lo que va perdiendo temperatura conforme asciende, en un fenómeno conocido como turbulencia mecánica.
Es en este proceso, cuando la corriente de aire va cargada de gotas de agua, cuando se condensan hasta el punto de rocío, que comienzan a formar estas curiosas nubes de forma circular, aunque algunas de ellas rasgadas, como hongos saliendo de algún cerro, montaña o volcán, al encontrarse a su caída con vientos a diferente temperatura.
Para su formación, es común que el aire en la parte superior del cielo sea frío, mientras que la superficie terrestre expida el calor reflejado por los rayos solares, creando esa dualidad necesaria.
Pero, aunque el fenómeno sea bastante estético para observar, este tipo de formaciones son especialmente peligrosas para las aeronaves, ya que, al circular por ellas, la humedad que cargan funciona como un obstáculo para los motores, además de la gran velocidad que lleva el viento en su dirección ascendente, lo que provoca la desestabilización del vuelo.