Durante años, el penal de Topo Chico, en Nuevo León, albergó a temidos delincuentes. Además, fue testigo de uno de los motines más violentos en la historia de las cárceles mexicanas. El autogobierno y la peligrosidad llevaron a las autoridades a cerrar el penal en 2019. A cuatro años del cierre, te decimos cómo luce la cárcel.
Así luce el penal de Topo Chico, uno de los más peligrosos
A través de un video compartido en la cuenta de Tiktok de Pao Castillo, se muestra lo poco que queda de Topo Chico luego de haber sido uno de los centros penitenciarios más peligrosos del territorio mexicano.
- Las celdas de lujo
Como parte de la grabación, la joven muestra las celdas de lujo que tenían algunos reos. La mayoría eran integrantes de un grupo criminal, en donde gozaban de más espacio. Ahí, además de una cama matrimonial, cabía una sala y contaba hasta con un baño propio.
Los grandes espacios contrastaban con las celdas que eran destinadas para dos o seis reos, en donde las camas eran individuales y las bases eran, en realidad, planchas de cemento.
- Los reos polémicos
Las paredes de Topo Chico albergaron desde políticos hasta futbolistas. Sin olvidar a integrantes de grupos criminales que hicieron más célebre el centro penitenciario en Nuevo León.
Entre sus celdas estuvo Alfredo Ballí Treviño, un médico que fue condenado por el homicidio de Jesús Castillo Rangel, a quien desmembró y enterró en una zona baldía de Nuevo León. Luego de su detención, el médico no sólo aceptó los cargos, sino que, se dice, se mostró orgulloso de los cortes con los que redujo a pedazos el cuerpo de su víctima.
El caso que conmocionó a la sociedad mexicana a finales de la década de los 50 y durante los primeros años de los años 60, inspiró el personaje de Hannibal Lecter en la novela “El silencio de los inocentes”.
Jesús “Cabrito” Arellano fue un futbolista que inició, y terminó, su carrera en Nuevo León. Convertido en una de las estrellas del balompié mexicano, fue acusado de abuso sexual contra su sobrina menor de edad.
Tras ser denunciado y pasar unos años prófugo, el “Cabrito” Arellano terminó siendo uno de los famosos “huéspedes” de Topo Chico. Según reportes, salió por falta de pruebas en su contra.
Los violentos motines del penal
Topo Chico fue el testigo mudo de violentos enfrentamientos que terminaron en masacres. Por sus pisos corrieron ríos de sangre de, al menos, 100 personas. Entre el 10 y 11 de febrero de 2016, un motín dejó 50 muertos y 50 heridos.
Al interior del penal se vivió el infierno cuando comenzó una riña entre los grupos del crimen organizado Los Zetas y el Cártel del Golfo. Éstos se encontraban recluidos en las zonas C2 y C3. La pelea fue liderada, según se supo, por Jorge Iván Hernández Cantú, alias el “Credo”, y Juan Pedro Saldívar, alias el “Z-27”.
Cuchillos y martillos fueron las armas que los internos del penal de Topo Chico usaron durante la masacre.
De peligroso penal a parque público
Luego del cierre de Topo Chico, las autoridades informaron que se demolerían los que alguna vez fueron dormitorios, celdas de castigo y áreas comunes de presos. Esto, para convertirlo en un parque público.
Ese parque se construyó con el apoyo de empresarios de la industrializada Sultana del Norte.
Aunque, según se sabe, queda un edificio todavía en pie. Por ello, se recuerda el terror que se sembró desde el interior de Topo chico con motines y hasta ritos satánicos.