Mientras para los turistas el paisaje en Ámsterdam lleno de bicicletas resulta una novedad, para los neerlandeses se ha convertido en un dolor de cabeza, sobre todo en cuestión medioambiental, pues cada año deben retirar alrededor de 15 mil bicicletas de sus más de 160 canales, para lo que usa una barcaza equipada con enormes garras mecánicas.
En realidad, la empresa Waternet tiene varios años utilizando este barco, aunque recientemente circulan en redes sociales videos en los que se muestra su funcionamiento, pues no es muy común “pescar” bicicletas.
El barco es protagonista de varias videograbaciones, donde en segundos se aprecia cómo su poderosa garra mecánica emerge del agua con varias bicicletas y otros objetos, con una capacidad para limpiar las aguas de los canales que ha sorprendido a millones de personas en todo el mundo, generando un amplio debate y conciencia sobre el problema de las bicicletas abandonadas en la capital de Países Bajos.
La nave es operada por Waternet, la agencia responsable de mantener limpios los canales de Ámsterdam., y ha sido una parte esencial de la lucha contra la contaminación y el deterioro del ecosistema acuático en la ciudad, con la misión de rescatar las bicicletas y otros objetos que terminan en el agua, ya sea por accidentes, negligencia o actos de vandalismo.
Y es que, gracias a su tecnología avanzada, que le da la capacidad de “bucear” y sumergirse a diferentes profundidades, para recuperar los vehículos desechados, logrando el rescate de alrededor de 15 mil bicicletas y otros objetos cada año, contribuyendo significativamente a mantener limpios los canales y preservar el ecosistema acuático local, llegando hasta el mundo de las redes sociales.
En tanto que, además de que por los alrededor de 12 millones de habitantes en la ciudad hay 14 millones de bicicletas, cuadruplicando el número de automóviles en la capital, el estacionamiento de las mismas ya se ha convertido en un problema, por lo que han tenido incluso que construir estacionamientos bajo el río, toda vez que se estima que una buena parte de las que terminan en el agua fueron lanzadas por sus dueños para deshacerse de ellas al adquirir otra o ante el costo de repararlas, además de actos de vandalismo y delincuencia, pues muchas veces fueron robadas y desechadas después.