Raúl Cervantes, procurador General de la República, no parece ser un hombre con buena suerte en términos políticos, nos dice la analista Martha Anaya.
Nos explica que como senador solicitó licencia para buscar la oportunidad de convertirse en ministro, pero se quedó con las ganas. Posteriormente la PGR le abre las puertas y en la transición a la Fiscalía, resolvió presentar su renuncia, por los dimes y diretes del famoso fiscal carnal.