En Europa se han fortalecido las relaciones entre proveedores y distribuidores de alimentos, a fin de aprovechar al máximo los desperdicios en buen estado para dárselo a alguien más y se pierda lo menos posible.
La analista Maite Azuela nos dice que Francia hizo de esta práctica una ley, en donde establece que este tipo de sobrantes se destinen de manera obligatoria a organizaciones de beneficencia.
Una ley que deberíamos practicar en México, remata.