El analista Luis Rubio centra su opinión en las recientes acusaciones que hizo el gobernador de Chihuahua, Javier Corral, sobre un funcionario del PRI que supuestamente desvió fondos para las campañas políticas de las elecciones de 2016, y las cataloga como bastante serias, complejas y graves, las cuales, de ser ciertas, implicarían hablar de un caso de corrupción de enormes magnitudes.
Ante esta situación, nuestro colaborador plantea dos problemas:
- Por un lado, el hecho de que las acciones del gobernador de Chihuahua no son en absoluto un proceso judicial, sino un proceso político; como un mecanismo mediante el cual está ayudando al actual candidato a la presidencia de su partido.
- Y por otro lado, que los delitos a perseguir en tal caso, son cargos del fuero federal, que no del estatal, fundamentalmente porque los recursos públicos vienen de la federación.
En consecuencia, el experto cree que lo que se ve no es un combate a la corrupción sino la utilización de una oportunidad política para fines políticos, aunque en el fondo, sí sea un claro caso de corrupción. Sin embargo, es importante ser cuidadosos con este tipo de juicios que salen a la luz, porque es evidente que se trata de un asunto político, comenta.
La conclusión que plantea es entonces, que el día que se deje de usar a la justicia como mecanismo político y nos dediquemos a hacer justicia, mejoraremos mucho y acabaremos también con la corrupción.