Nuestro analista Jesús Silva-Herzog habla sobre el diálogo entre un alto prelado de Guerrero y un "alto mando" del narcotráfico, señalando que el clérigo aparece casi como un delegado de los grupos delincuenciales, una especie de representante de estos criminales que está concediendo la petición y que, en ese sentido, ofrece condiciones de garantía para el desarrollo de las campañas.
Silva-Herzog señala que el desastre político de la seguridad pone en riesgo la existencia misma de la democracia en estas zonas intervenidas por la violencia.
Lo que hemos visto en los últimos años es un trastocamiento muy profundo de los papeles "tradicionales" de las instituciones públicas mexicanas, lo vemos, en el caso de la iglesia que está ocupando o asumiendo ese papel.
Pero también esta intervención salvaje, bárbara, de los grupos criminales, que están proyectando un mensaje político muy claro y que están intimidando y están amenazando a distintos grupos de la clase política en el país.