Para muchos la sal es un simple ingrediente de cocina que debe usarse con moderación, para otros, es un tesoro con el que día a día se ganan la vida, al menos en la temporada de la zafra que ocurre entre marzo y los primeros días de junio, en Cuyutlán, en Colima.
Abraham Gómez, es uno de los productores de sal más jóvenes en la región, se dedica a la industria familiar desde que tiene 6 años y afirma que “es un trabajo muy importante aquí para la mayoría de las personas porque se beneficia muchísima gente aquí de trabajo y pues se mantienen de aquí”.
Son casi 200 familias que viven de esta industria, la cual mantiene su proceso tradicional, a pesar de los avances tecnológicos.
Don Ángel tiene más de 50 años en la industria, un oficio heredado por su abuelo, y ahora es un fiel defensor al sostener que “aquí no hay químicos, aquí no hay nada, es natural, es agua con el Sol se encarga de hacer la sal, por los salamientos que tiene el agua, aquí no hay nada de químicos, no le echamos nada”.
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El proceso de extracción de la sal en Colima
Por su parte, el chef Nicolás Mejía, uno de los principales cocineros del estado sostiene: “La diferencia con nosotros es que tenemos cinco siglos produciendo sal de la manera en que nos enseñaron los ancestros han venido evolucionando la parte tecnológica pero siempre ha sido la misma”.
El proceso inicia cuando se extrae el agua de los mantos acuíferos con los minerales que nutren al líquido. Luego inicia el proceso en las eras en las que el agua salina queda solamente dos o tres días a rayo de Sol para poder después pizcar la sal. En seguida, se coloca en montañas se han convertido en un oro blanco para la región.
Aunque no todo el año se puede vivir de la sal, en todo Colima se producen casi 90 mil toneladas, que muchas veces alcanzan un precio por debajo de los 3 mil pesos por tonelada.
Una sal única a nivel nacional que de acuerdo con sus productores se encuentra entre las mejores del mundo.