La moda de esquiar en pleno verano en Madrid

| 11:29 | Agencias - Alejandro Villa | AFP | Madrid, España
La moda de esquiar en Madrid pese al calor
En Madrid se puede esquiar en la nieve a pesar del calor. Foto: AFP

Parece increíble, pero mientras en Madrid la temperatura está arriba de 30 grados, los clientes que acuden a esta estación de esquí cubierta Snozone no parece importarles el bochorno. Se quitan las chanclas y se ponen el overol de esquí, encajan los ganchos de las botas y se ponen los guantes.

Una brisa helada se apodera de los visitantes en cuanto entran en el vestíbulo. Tras el oso polar de la entrada, aparecen los portaesquís, las alfombrillas antideslizantes y unas taquillas con candado que transportan a otro mundo.

¿Dónde se encuentra el club para esquiar?

En Arroyomolinos, a unos 20 kilómetros al sur de Madrid, el centro comercial Xanadú alberga desde 2003 “Snozone”: una pista de 18 mil m2 y 250 metros de longitud, cubierta de nieve artificial y abierta los 365 días del año de 10 a 22 horas.

Entre un telesilla y un telesquí, a una temperatura de -3 ºC, una treintena de esquiadores se lanzan por la pendiente del gigantesco hangar bajo la luz artificial y la mirada divertida de los curiosos reunidos tras los ventanales.

Por dos horas de esquí, el coste del equipo y la ropa es de unos 40 euros (44.5 dólares).

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“No es muy ecológico”

El club de esquí de Carcassonne, del sur de Francia, viene aquí desde hace siete años, explica Thomas Barataud, monitor en la estación de esquí francesa de Angles, en los Pirineos: “antes”, en verano, “esquiábamos en los glaciares, pero la situación lo hace un poco más complicado. Aquí tenemos nieve dura y frío para que los niños sigan esquiando, que es lo mejor”.

Durante una semana, la decena de alumnos de la “sección de competición” practicarán un eslalon tras otro en la parte del recorrido reservada a los clubes, que tiene una superficie muy dura y más técnica.

“No es muy ecológico”, reconoce este instructor de 43 años, “pero nosotros, lo que buscamos, es el rendimiento y el esquí. Nos adaptamos a los que nos proponen, y esta es una buena alternativa”.

“Cuando salimos a las 4 de la tarde es extraño, ¡salimos en pantalones cortos y chanclas!”, dice, riendo.

Una de sus alumnas, Cyrila Pena, habla de “choque térmico” al salir. Si bien esta adolescente de 18 años encuentra el sitio “genial”, reconoce que al explicárselo a sus amigos, algunos le dicen “pero, ¿no te da vergüenza esquiar en interior?”.

“Lo que yo me digo es que si las generaciones precedentes hubieran prestado atención a la ecología, podíamos simplemente esquiar en los glaciares”, prosigue la chica. “Ahora, tenemos que venir a esquiar bajo techo, porque, si no, empezamos a ponernos los esquís en diciembre, y ya es demasiado tarde”.

La estación acoge a unas 200 mil personas al año, y a mil 800 en un buen día.

Equipos se preparan en verano

La temporada alta es la misma que para las estaciones de montaña, de octubre a marzo, precisa el director de Snozone, Javier Villar: la gente viene “o bien para aprender de cero, para refrescar lo que ya saben”, y también vienen equipos de competición, “de Francia, Inglaterra, vienen de toda España, de Andorra, a prepararse aquí para las competiciones, puesto que ahora no hay nieve en las montañas”.

Villar afirma que el consumo de agua es inferior al de un gimnasio, y que es más bien la electricidad, la que representa un consumo importante: “esto es una nevera”, compara.

“Si apagáramos esto y tuviéramos que volver a enfriar, toda la cantidad de energía que tendríamos que meter aquí es grandísima. Es una de las cosas por las que estamos abiertos todo el año”, explica.

Adentro bajo cero, afuera 38 grados

El grupo británico Snozone tiene otras dos estaciones cubiertas en Inglaterra (una no lejos de Londres, la otra en Yorkshire). La mayor estación de esquí cubierta del mundo está en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos.

En Madrid, mientras el verano es sofocante, dentro de la pista las narices gotean.

Un ‘snowboarder’ intenta un movimiento en la rampa. Se trata de Izan Romano, albañil madrileño de 20 años, que es un asiduo. Gracias a su pase anual de 600 euros, viene cuatro o cinco veces por semana.

“Invierno, verano, da igual cuando vienes, siempre tienes nieve, es mi escapatoria, me olvido de lo que hay fuera”, sobre todo de los 38 ºC que dice que hay en su casa.

“Hoy he venido porque estaba muerto de calor en mi casa”, narra, recordando que hay gente que va a la piscina: “pues yo cojo el coche, y vengo aquí a la nieve”.

¿El medio ambiente? “No da para pensarlo”, afirma.

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