La ”Llorona” es una leyenda que forma parte de la identidad de los mexicanos, que, de acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde la época del virreinato, cuenta la historia de una mujer que llora por haber ahogado a sus hijos.
Aunque siempre aparece en espacios donde hay agua, ya sea en barrancas, lagos, cerca de pozos, en el municipio de Dolores Hidalgo, Guanajuato, está una Ermita que se conoce como la tumba de la Llorona.
¿La última morada de la Llorona?
A poco más de cuatro horas de la Ciudad de México, sobre la carretera San Luis de la Paz-Dolores Hidalgo, en el municipio de Dolores Hidalgo , se localiza la Hacienda Siete Reales, donde los habitantes de la zona aseguran haber escuchado los lamentos de la Llorona.
La leyenda en la zona narra que el dueño de la Hacienda Siete Reales abandonó a su esposa; después de eso, la mujer ahogó a sus tres hijos en el Río Laja y se suicidó. Fue después que los lugareños empezaron a escuchar sus lamentos.
De acuerdo con el José Alamilla, cronista de Dolores Hidalgo, las personas se sentían atemorizada por el lamento de la Llorona en las noches.
“La gente un poquito cansada de esta situación les pide a los dueños de la hacienda que le cedan un espacio para construir esta Ermita y poder calmar esos lamentos de la Llorona”.
José Alamilla, cronista de Dolores Hidalgo.
El mismo Vaticano exorcizó la Ermita
Incluso el edificio fue exorcizado por autoridades eclesiásticas del mismo Vaticano, al constatar que en el lugar ocurría tal fenómeno.
“Se contrataron autoridades eclesiásticas para que viniera a hacer un estudio sobre este fenómeno, y al constatar que efectivamente sucedía, vienen, construyen esta Ermita. Cuando la construyen, las mismas autoridades eclesiásticas vienen y exorcizaron esta parte y a partir de que se construyó esta Ermita ya no se escuchó el lamento”.
José Alamilla, cronista de Dolores Hidalgo.
Personas acuden a realizar ceremonias
El pequeño edificio tipo capilla, que es conocido también como la tumba de la Llorona, y el cual muestra señales de deterioro, en uno de los lados exhibe una placa con la fecha de septiembre de 1913, que fue cuando se construyó; así como una inscripción para señalar “300 días de indulgencia a aquella persona que venga y que rece Aves Marías“, que de acuerdo con José Alamilla, es para disipar los lamentos de la Llorona.
Actualmente, visitantes se acercan al lugar en busca de poder escuchar a la Llorona, así como colocar velas en un espacio que antes era dedicado para el agua bendita, pero ahora ya se encuentra vacío.