La tremofobia es el nombre que recibe el miedo extremo o fobia a los sismos, el cual se caracteriza por presentar estados de ansiedad y un temor persistente, excesivo e irracional a los movimientos telúricos. Incluso, institutos como el Nacional de Salud Mental de Perú señalan que la tremofobia se enmarca dentro de lo que se conoce como “fobias simples”, donde se encuentran catalogadas la fobia a los payasos, espacios cerrados o insectos.
Sin embargo, especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) aseguran que el término tremofobia no es clínicamente válido.
¿Existe la tremofobia?, esto dice la UNAM
Determinar que hay una fobia a los temblores, como se ha especulado, es erróneo, de acuerdo con los profesores de la Facultad de Psicología Hugo Sánchez Castillo y Ricardo Trujillo Correa.
Sánchez Castillo considera que la descripción de tremofobia está más ligada a las secuelas que dejan los sismos como “la ansiedad y el estrés postraumático, pero en sí no se encuentra en dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5), que es la obra más completa y actualizada de la práctica clínica, a disposición de los médicos especializados en salud mental y de los investigadores”.
Por su parte, Trujillo Correa criticó el mal uso del término tremofobia, debido a que no hay evidencia, relevancia ni trabajos y mucho menos peso científico que sustente la fobia a los temblores.
“Me parece que estamos nutriendo esto de patologizar la vida cotidiana. A todo lo que nos sucede, ya le queremos dar un significado distinto”.
Ricardo Trujillo Correa, Facultad de Psicología de la UNAM
No obstante. ambos especialistas en salud mental coincidieron en que sentir miedo a los temblores es algo normal y que no se debe esconder ni tener pena por mencionarlo, ya que, es algo que forma parte de nuestra naturaleza y que incluso nos permite estar alerta ante estos movimientos telúricos.
¿Cómo puede reaccionar una persona después de un sismo?
Flor Gil Bernal, especialista del departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, asegura que existen varios tipos de respuesta después de un sismo:
- Estrés: se supera casi inmediatamente.
- Estrés agudo: la atención disminuye, la conciencia se obnubila, se presentan amnesia momentánea, desorientación, temblores, agresividad e inquietud, y puede mantenerse por unas horas o hasta cuatro semanas.
- Estrés postraumático: se presentan los mismos síntomas hasta un mes después de los hechos.
- Estrés postraumático agudo: se presentan pensamientos recurrentes desagradables, reacciones fisiológicas (sudoración de manos, taquicardia, opresión en pecho o mareos) y conductuales (limitaciones para el trabajo, estudio o para realizar cualquier actividad), más de un mes después del evento.
¿Cómo controlar el miedo a los sismos?
Ante el miedo a los sismos, los expertos en psicología sugieren una serie de medidas que pueden aplicarse durante y después de un movimiento telúrico:
Durante un sismo:
- Asumir que se tiene miedo y considerar que es una emoción natural y que está motivada por un factor externo
- Reconocer que no se tiene el control de la situación
- Evitar pensamientos catastróficos
- Mantenerse informado de fuentes oficiales
- Buscar un lugar que de seguridad
Después de un sismo:
- Conversar sobre lo que se siente y experimenta
- Evitar la sobreinformación
- Pasar más tiempo en familia
- Realizar actividades que ayuden a despejar la mente
- Practicar técnicas de relajación y ejercicio físico
¿Por qué tenemos miedo cuando tiembla?
El miedo ante un terremoto es una reacción psicológica que se produce ante un riesgo o amenaza, puesto que es algo que no se puede controlar y, por tanto, no se puede hacer nada para evitarlo, indica el Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental.
Esta reacción puede generar en las personas sentimientos de angustia, ansiedad, estrés, pensamientos recurrentes, alternaciones del sueño o pérdida de apetito, y se puede reflejar con sensaciones corporales o reacciones fisiológicas como un aumento de la presión cardíaca, sudoración, descenso de la temperatura corporal o temblores, tensión muscular; en el corto, mediano e incluso en el largo plazo.