La cifra sorprende… en Estados Unidos, tres de cada 10 secuestros derivan en el nacimiento de un lazo afectivo, incluso amoroso, entre la víctima y el delincuente que, en algunos casos, lleva al perdón del delito, según detalla una publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Aunque lo anterior pareciera el guión de una película, lo cierto es que lo descrito tiene un nombre: el síndrome de Estocolmo.
¿Qué es el síndrome de Estocolmo?
El término síndrome de Estocolmo fue acuñado por el psiquiatra Nils Bejerot en 1973 después de que en Estocolmo, Suecia, se viviera uno de los secuestros masivos más violentos de la historia que, a la postre, daría paso a sesudas investigaciones y deducciones psicológicas.
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En agosto del año citado, la policía de Estocolmo vivió uno de los episodios más difíciles de resolver para cualquier autoridad: el secuestro, con violencia, de un grupo de rehenes por seis días dentro de un banco.
A pesar de que el secuestrador mantuvo de pie por horas a sus víctimas y de que las obligó a amarrarse uno detrás del otro con sogas en el cuello, algo pasó en esos seis días que cuando la policía decidió “actuar”, los rehenes protegieron al delincuente para evitar que le hicieran daño.
Kristin Enmark, una de las secuestradas en el banco de la plaza Norrmalmstorg, declaró, tras ser “liberada”, que se había enamorada de su raptor, llamado Jan-Erik Olsson con quien, aseveró, podría viajar de por vida alrededor del mundo.
Hasta 2016, según un reportaje de la BBC Kristin aún consideraba su “amigo” a Jan-Erik Olsson e, incluso, se escribían cartas.
Aunque, como es de suponerse, Jan-Erik Olsson no actuó solo en el atraco, su amistad con Kristin acaparó la atención de los medios en aquel entonces.
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¿Qué genera el síndrome de Estocolmo?
En la publicación citada de la UNAM se establece que, de acuerdo con el profesor de la Facultad de Psicología, Alfredo Guerrero Tapia, el síndrome de Estocolmo, considerado por muchos como un tema tabú, se originaría por:
- Desarrollar un vínculo afectivo natural con el delincuente, con el objetivo de salvar la vida ante la situación de extremo peligro que supone un secuestro.
- Una activación de dispositivos relacionados con la libido, es decir, ocurre una fuerte relación con la energía sexual, donde surge una identificación con el agresor.
- Un mecanismo de defensa de la persona al encontrarse en situación de vulnerabilidad o en riesgo de muerte.
El trastorno psicológico suele ser temporal, pero las muestras de identificación, comprensión y benevolencia hacia él o los secuestradores podrían mantenerse, incluso, por tiempo prolongado tras finalizar el hecho violento.
Los casos más sorprendentes
Además del caso que le dio nombre al síndrome, existen varios más que ha dejado perplejos y con el ojo cuadrado a quienes leen sobre ellos.
El secuestro de Patty Hearst, quien ya no “quería ser liberada”
En 1974, la actriz estadounidense Patricia Hearst fue secuestrada por el Ejército Simbiótico de Liberación (SLA), un grupo guerrillero que entre sus objetivos tenía el de derrocar, por medio de la violencia, al gobierno de Richard Nixon.
Patricia tenía entonces 19 años y era hija del magnate de los medios William Randolph Hearst, inspiración central de Orson Welles a la hora de filmar la célebre película “El Ciudadano Kane”.
La demanda de los secuestradores era clara, además de un pedido de millones de dólares para un programa de alimentación de personas vulnerables en California: la liberación de dos de sus miembros recientemente arrestados.
La familia de Patty accedió a donar 2 millones de dólares para la causa solicitada, pero el 3 de abril de 1974, dos meses después de haber sido secuestrada, la joven actriz anunció públicamente que se unía al grupo guerrillero bajo el nombre de “Tania”. Sus fotos, con armas, dieron la vuelta al mundo.
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La joven Hearst pasó de ser víctima a delincuente para el FBI, quien en 1975 la detuvo en San Francisco acusándola de participar en un tiroteo en una tienda de Los Ángeles, la cual el grupo radical había intentado asaltar.
La hija del magnate de medios fue condenada a siete años de cárcel, sin embargo, sólo cumplió dos, pues el presidente Jimmy Carter conmutó la pena.
La mujer siempre sostuvo que sus captores la encerraban en un armario por días sometiéndola a un “intenso lavado de cerebro” el cual, al final, cumplió su objetivo.
Natascha Kampusch y el dolor ante la muerte de su secuestrador
Natascha Kampusch era una niña de apenas 10 años cuando un hombre, identificado como Wolfgang Přiklopil, la secuestró en Austria.
El secuestro se registró el 2 de marzo de 1998 y, por sorprendente que parezca, Natascha Kampusch pudo fugarse de su raptor hasta el 23 de agosto de 2006.
Natascha se ha negado a dar información sobre su cautiverio de 8 años, pero es sabido que en los primeros interrogatorios, en una comisaría de Viena, lloró desconsoladamente después de que le informaran que su raptor, Wolfgang Priklopil, se había suicidado después de que ella se fugara.
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El hecho de que, tras su muerte, Natascha se hubiera quedado con el carro de Priklopil, con el cual, en cierto momento de los ocho años de secuestro, la pareja viajó por Viena y Los Alpes y, más aún, de que comprara la casa donde vivió secuestrada toda su adolescencia, despertó las sospechas de que la mujer sufrió el síndrome de Estocolmo, aunque ella siempre lo ha negado.
En las pocas declaraciones que ha realizado, algunas de las cuales recoge El País, Natascha, quien actualmente tiene 34 años, reconoce la “perversidad” de sus acciones (conservar el carro de su raptor, por ejemplo) pero asevera que obedecen a que Priklopil fue parte de su vida, de manera tormentosa pero importante.