Un equipo de investigadores de la Universidad de Rhode Island (URI) en Estados Unidos reveló que los microplásticos se pueden infiltrar en todos los sistemas del cuerpo, incluido el cerebro, lo que puede provocar enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.
El nuevo estudio publicado en la Revista Internacional de Ciencia Molecular demostró que la infiltración de microplásticos en el cerebro puede provocar cambios de comportamiento, especialmente en sujetos de mayor edad. Esto se debe, según los expertos, a una disminución de la proteína ácida fibrilar glial, también llamada “GFAP”, la cual respalda muchos procesos celulares en el cerebro, indicó Jaime Ross, profesora investigadora de la URI.
“Una disminución en GFAP se ha asociado con las primeras etapas de algunas enfermedades neurodegenerativas, incluidos modelos de ratón de la enfermedad de Alzheimer, así como con la depresión“, dijo Ross.
Los investigadores se centraron en los efectos neuroconductuales y la respuesta inflamatoria del cuerpo a la exposición a microplásticos, así como en su acumulación en los tejidos, entre ellos el cerebro.
La investigación también demostró que la infiltración de microplásticos estaba tan extendida en el cuerpo del mismo modo que en el medio ambiente.
¿Cómo fue posible saber esto?
Ross y su equipo expusieron ratones jóvenes y viejos a distintos niveles de microplásticos en el agua potable durante el transcurso de tres semanas. Descubrieron que la exposición a microplásticos inducen cambios de comportamiento y alteraciones en los marcadores inmunológicos en los tejidos del hígado y el cerebro.
Los expertos señalaron que los ratones del estudio comenzaron a moverse y comportarse de manera peculiar, exhibiendo comportamientos similares a la demencia en los humanos. Sin embargo, los resultados fueron aún más profundos en animales más viejos.
“Para nosotros esto fue sorprendente. No se trataba de dosis altas de microplásticos, pero en sólo un corto período de tiempo vimos estos cambios”, dijo Ross.
Para comprender los sistemas fisiológicos que pueden estar contribuyendo a estos cambios de comportamiento, el equipo de especialistas investigó qué tan extendida estaba la exposición a los microplásticos en el cuerpo, diseccionando varios tejidos importantes, incluidos el cerebro, el hígado, los riñones, el tracto gastrointestinal, el corazón, el bazo y los pulmones.
Los investigadores encontraron que las partículas habían comenzado a bioacumularse en todos los órganos, incluido el cerebro, así como en los desechos corporales.
Ross dijo que “la detección de microplásticos en tejidos como el corazón y los pulmones sugiere que los deshechos van más allá del sistema digestivo y probablemente pasan por circulación sistémica”.
Los expertos aseguran que los plásticos, en particular los microplásticos, se encuentran entre los contaminantes más omnipresentes del planeta y llegan al aire, los sistemas hídricos y las cadenas alimentarias de todo el mundo.