Dos años después de la pandemia, dos equipos de científicos descubrieron que fragmentos del virus SARS-CoV-2 causante del COVID-19, denominados “fantasmas”, pueden permanecer en el intestino durante meses después de una infección inicial, informó un estudio publicado en la prestigiosa revista Nature.
Esto fue posible saberlo gracias a que un primer equipo integrado por la oncóloga y genetista Ami Bhatt, recolectó muestras de heces fecales de personas con COVID-19 después de observar un posible vínculo entre el virus y los síntomas gastrointestinales de vómito y diarrea.
Bhatt y sus colegas se inspiraron en un estudio previo del gastroenterólogo Saurabh Mehandru de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai en la ciudad de Nueva York, en el que estaba claro que las células que recubren el intestino muestran la proteína que el virus usa para ingresar a las células. Esto permite que el SARS-CoV-2 infecte el intestino.
De esta forma, la investigadora descubrió que algunas personas continuaban eliminando ARN viral en sus heces siete meses después de una infección inicial leve o moderada por SARS-CoV-2, lo cual es mucho tiempo después de que los síntomas respiratorios habían desaparecido.
- Los fragmentos persistentes del virus SARS-CoV-2 causante del COVID-19, fueron llamados “fantasmas” por Ami Bhatt.
Por otro lado, el internista de gastroenterología Timon Adolph del Stanford Medicine en California, y sus colegas, quienes también retomaron el estudio de Saurabh Mehandru, comenzaron a ensamblar biopsias de tejido gastrointestinal.
Adolph y su equipo descubrieron que 32 de 46 participantes del estudio que habían tenido COVID-19 leve mostraron evidencia de moléculas virales en el intestino siete meses después de la infección aguda. Además, encontraron que alrededor de dos tercios de esas 32 personas tenían síntomas prolongados de COVID y que todos los participantes del estudio tenían enfermedad inflamatoria intestinal, un trastorno autoinmune.
El experto advirtió que sus datos no establecen que haya un virus activo en estas personas, o que el material viral esté causando un COVID prolongado.
COVID-19 prolongado
El COVID-19 prolongado a menudo se define como la presencia de síntomas de la enfermedad que persisten más de 12 semanas después de una infección aguda. Hasta ahora, se han asociado más de 200 síntomas con el trastorno, que varía en gravedad de leve a debilitante.
Las teorías sobre sus orígenes varían e incluyen respuestas inmunitarias dañinas, pequeños coágulos de sangre y reservorios virales persistentes en el cuerpo, esto ha llevado a que muchos investigadores piensen que una combinación de estos factores puede contribuir a la carga mundial de enfermedades.
Además, de los hallazgos en el aparato gastrointestinal, estudios han sugerido reservorios virales persistentes en otras partes del cuerpo humano. Tal como lo dio a conocer un equipo de investigadores que estudió tejido recolectado de autopsias de 44 personas a las que se les había diagnosticado COVID-19 y encontró evidencia de ARN viral en muchos sitios, incluidos el corazón, los ojos y el cerebro hasta 230 días después de la infección. El estudio aún no ha sido revisado por pares.
Todos estos hallazgos se suman a un creciente grupo de evidencia que respalda la hipótesis de que fragmentos persistentes de virus podrían contribuir a la condición llamada COVID prolongado o COVID-largo.
Sin embargo, los descubridores de esta condición sugieren mantener la mente abierta y advierte que los investigadores aún no han determinado un vínculo entre los fragmentos virales persistentes y el COVID prolongado; por lo que aún es necesario realizar estudios adicionales, y no son fáciles.