En una reciente investigación liderada por Tania Aburto Soto, investigadora en Ciencias Médicas del Centro de Investigación en Nutrición y Salud (CINS) del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), se destacó la relación entre la carne procesada roja y el aumento de desarrollar cáncer colorrectal por el consumo excesivo del alimento de origen animal.
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Riesgo de cáncer colorrectal al consumir carne procesada
La investigación reveló que incluso una porción diaria de 50 gramos de carne procesada, como salchichas, jamón o carnes saladas, puede incrementar el riesgo de cáncer en un 18%.
Las carnes procesadas cuentan con la presencia de nitrosaminas, compuestos carcinogénicos que dañan las células del aparato digestivo.
Éstos compuestos químicos son generados por la reacción entre las aminas presentes en las carnes y los nitritos añadidos para la conservación del alimento. Se estima que eliminar el consumo de carne procesada podría prevenir aproximadamente el 20% de los casos de cáncer colorrectal.
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Evitar el uso de carne y buscar una dieta equilibrada
La Comisión EAT-Lancet, con la participación de especialistas del INSP, sugiere un consumo diario de 28 gramos de carne roja, cerdo o cordero como parte de una dieta equilibrada y sostenible.
En cuanto a la carne roja, se señala que su cocción a altas temperaturas, como sobre brasas o llamas, también puede generar compuestos carcinogénicos.
Según estudios citados, reemplazar la carne roja por proteínas a base de leguminosas y cereales puede reducir el riesgo de mortalidad por cáncer en un 10%. Mientras que la sustitución por granos integrales puede disminuir este riesgo en un 14%.
Recomendaciones de los expertos
Aunque las carnes rojas son ricas en nutrientes esenciales como hierro, zinc y aminoácidos de sulfuro, su consumo excesivo también se asocia con enfermedades del corazón, diabetes e hígado graso (no relacionado con el consumo de alcohol).
La recomendación de los expertos del INSP es sustituir las carnes rojas por opciones más saludables. El consumo de carnes blancas, así como por proteínas vegetales provenientes de leguminosas como frijoles, garbanzos y lentejas, pueden sustituir el alimento de origen animal.
Este cambio no sólo reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2, sino que también contribuye a una alimentación más sostenible.