Un estudio realizado en 2021 por investigadores en psicología y psiquiatría neerlandeses, reveló que los adultos con traumas infantiles tienden a sostener relaciones amorosas de mala calidad, además de depresión, angustia, baja autoestima y ansiedad severa. Sobre esto, María Santos Becerril Pérez, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indica que lo que se aprende de los padres en la niñez es lo que se lleva a las relaciones en pareja en la vida adulta.
“Son patrones que incluso ya están ahí desde antes que nosotros nacemos, y vamos creciendo con ellos. Por ejemplo, si yo crecí en un hogar permisivo donde todo se vale, todo se permite, eso lo traslado a mi relación; si, por el contrario, me desarrollo en un ambiente restrictivo con límites, entonces idealizo que la relación de pareja es así: exigiendo, no negociando”, indicó la universitaria.
Según, la especialista, a pesar de que muchos tienden a minimizar la niñez, ésta es una etapa en la que los menores están en constante exploración y aprendizaje.
“En esta época nos damos cuenta de aquello que nos rodea, y la forma en cómo nos relacionamos con nuestros padres es sumamente importante a la hora de establecer relaciones sentimentales a lo largo de nuestra vida”.
Por tanto, “si en esta etapa tenemos daños emocionales, se corre el riesgo de perjudicar nuestro desarrollo emocional y cognitivo”.
¿Cómo afectan los traumas de la infancia en tu vida en pareja?
Las consecuencias de no resolver los traumas de la niñez son varias, y pueden afectar posteriormente las relaciones sociales, al grado de evitar la cercanía o no confiar en los demás, reprimir o exagerar nuestras emociones, sentir ansiedad por abandono, dar en exceso, ser codependientes, entre otros efectos.
Señales de que los traumas de la infancia afectan las relaciones en pareja
- Dificultad de sentirse querido: al tener una infancia difícil, donde las muestras de afecto fueron mínimas, es probable que, cuando alguien nos dé demasiado amor, pensemos que esto no es correcto o incluso ocultemos lo que nosotros sentimos por miedo a no ser dignos de que alguien nos quiera.
- Celos: aparecen estas distorsiones cognitivas con base en lo vivido. Por ejemplo, si mi papá engañó a mi mamá, eso lo aplico con mi pareja. Si mi pareja se va de viaje, me hago ideas del tipo: no me ha llamado en todo el día; me va a engañar. Incluso a veces se agarran a los hijos como aliados, y no es correcto.
- Tendencia a ignorar las “banderas rojas”: aceptar que el amor que me da mi pareja es lo que me merezco y lo normal, aunque no sea positivo. Por ejemplo, si la pareja quiere ser controlador y me dice que le preste mi celular para revisarlo, yo lo acepto porque es algo cotidiano con lo que he vivido, aunque no está bien.
- Finales abruptos: tener poca responsabilidad afectiva; que existan estas rupturas de pareja por nimiedades como una discusión, o solamente romper por hacerlo.
- Poner a prueba la relación: si todo va bien, buscamos una forma de meterle el pie a lo que estamos viviendo, para decir “yo sabía que no iba a funcionar; me iba a ir mal”.
Todos estos factores influyen de una gran manera para que nuestra relación no prospere e incluso hacen que nuestro funcionamiento se vuelva errático, indicó la experta.
“Debido a que afectas tu bienestar emocional, no puedes dormir, ni trabajar; estás mal y empiezas a estar de malas, con miedos, inseguridades… y hasta te desquitas con quien menos tiene que ver, a veces con los hijos”.
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¿Qué tipo de traumas de la infancia influyen en la edad adulta?
Un divorcio, la falta de muestras de afecto, condicionar el amor, expresando frases como “si no te comes tus verduras, no te voy a querer” y la falta de protección, contención o apoyo son factores que pueden hacer a un menor vulnerable y posteriormente un adulto inseguro.
“A veces decir un simple ‘te quiero’ puede ser una gran diferencia”, señaló la experta.
“En muchas sesiones con adolescentes, ellos se quejan de que los padres no les digan que los quieren. Cuando hacemos su comida favorita o les festejamos su cumpleaños, o hacemos algo que les gusta, los padres damos por entendido que los queremos; pero las palabras son necesarias también”.
Ante estas situaciones, las personas aceptan la falta de hablar con cariño y la trasladan a su vida de pareja, “en donde muchas veces eso nos perjudica porque damos por entendido que, si damos alguna cosa, ya demostramos cariño, y no funciona así. Por básico que sea, es necesario decir ‘te quiero’ o ‘confío en ti.’, dijo Becerril Pérez.
¿Cómo evitarlos?
La investigadora Becerril Pérez agregó que los padres deben estar más abiertos a demostrar el amor entre ambos, porque esto también sirve para que los niños aprendan y sepan escoger el amor que merecen.
“Parece que es un pecado tomarle la mano a la esposa, abrazarla, besarla o decirle ‘te quiero’ enfrente de los niños, y no debe ser así. Los menores deben ver todos estos procesos para que puedan crear posteriormente vínculos afectivos sanos”.
¿Cómo trabajar con los traumas de la infancia?
Los traumas infantiles no se curan de un día a otro o siendo positivo debido a que es un proceso en el cual hay que interactuar “con nuestro niño interior, debemos detectar los detonantes y los patrones que nos afectan para poder gestionarlos y cambiarlos”.
La profesora de la Facultad de Psicología señaló puntos centrales en las terapias para tratar traumas infantiles:
- Trabajar con uno mismo. Reconocer, asimilar y darle otro enfoque a lo que vivimos.
- Reconocer que puedo ser capaz de afrontar estas adversidades. Independientemente de lo que haya experimentado con mis papás, tener presente que tengo la capacidad de autorrealizarme, observarme y generar mejores formas de vida para mí.
- Asumir la realidad y no negarla.
- Entender a papá y mamá. No debemos juzgar, sino empatizar. Saber que, con sus limitantes, adversidades, historias, contextos, me dieron lo mejor que pudieron, pero que de ahora en adelante poder cambiar está en mí. Y si son entes tóxicos, puedo optar por poner distancia y crecer.