Las cocinas albergan una notable diversidad microbiana, así como patógenos causantes de enfermedades bacterianas de importancia médica, ecológica y científica, según un estudio de 2017. En el caso de la cocina, las estropajos lavatrastes son un elemento que puede albergar microoganismos dañinos para el ser humano, pero, ¿cada cuándo hay que cambiarlas?
Un estudio publicado en la revista Nature sugiere cambiar la esponja lavatrastes cada semana, ya que, asegura, los estropajos pueden tener presencia de Gammaproteobacteria, un tipo de bacteria causante de diversas enfermedades como:
El estudio analizó ocho muestras provenientes de 14 esponjas de cocina usadas y entre los microorganismos encontrados están:
- Protobacterias (68.51%)
- Bacteroidetes (26.35%)
- Actinobacteria (3.69)
Y en menos medida:
- Firmicutes
- Planctomycetes
- Saccharibacteria
- Verrucomicrobia
- Chloroflexi
De acuerdo con la investigación, el tipo de bacterias entre una esponja y otra puede variar según las condiciones geográficas y culturales como lo que se come, el cómo se limpia, y demás.
¿Por qué es importante cambiar las esponjas lava trastres?
De acuerdo con los expertos, ningún método de higienización de las esponjas de cocina ofrece una completa efectividad, aunque el método de ebullición y el tratamiento con microondas puede reducir significativamente la carga bacteriana. No obstante, no es recomendable una aplicación prolongada de medidas de saneamiento de esponjas de cocina.
La ineficacia del 100% se debe a que las bacterias resistentes sobreviven al proceso de saneamiento y rápidamente recolonizan los nichos liberados hasta alcanzar una abundancia similar a la que tenían antes del tratamiento.
Y es que los estropajos de cocina no sólo actúan como reservorio de microorganismos, sino también como difusores sobre las superficies domésticas, lo que puede dar lugar a la contaminación cruzada de manos y alimentos, lo que se considera una de las principales causas de brotes de enfermedades transmitidas por alimentos.
Microbios en casa
Según los resultados de la investigación, las cocinas y los baños tienen un alto potencial para funcionar como “incubadoras microbianas”, debido a la continua inoculación de nuevas células microbianas, por ejemplo, por manipulación de alimentos y contacto directo del cuerpo con las superficies domésticas.
Que los microbios se propaguen con éxito dependerá de la idoneidad de las condiciones ambientales, como la humedad y la disponibilidad de nutrientes, indicó el estudio.