Autolesión no suicida: ¿es un síntoma de sufrimiento emocional?
La autolesión no suicida es una forma en la que algunas personas manifiestan su dolor, angustia y depresión. Sin embargo, aunque es una práctica con prevalencia creciente, la ciencia aún desconoce muchos aspectos de este fenómeno que, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es “un problema de salud pública que necesita ser dimensionado adecuadamente”.
“Las autolesiones no suicidas representan un llamado de auxilio. No deben interpretarse como un intento de llamar la atención, sino como un indicio de sufrimiento. Ante la falta de recursos para manejar el dolor, las personas recurren a esta práctica. Es primordial brindarles apoyo y desarrollar estrategias que les permitan afrontar el dolor y los problemas que los aquejan”, señaló Galán Navarro.
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¿Qué son las autolesiones no suicidas?
Las autolesiones no suicidas son actos autoinfligidos que provocan dolor o daño superficial sin intención de causar la muerte. Estas autolesiones incluyen: cortes, quemaduras, abrasiones en la piel hasta sangrar, golpes o mordidas, aseguró Ana Daniela Galán Navarro, profesora de la FES Iztacala de la UNAM.
De acuerdo con Galán Navarro, la motivación de las personas a hacerse daño a si mismas no es buscar llamar la atención, como se cree comúnmente, sino que representa una forma en que, sobre todo, los jóvenes manifiestan su dolor, angustia y depresión.
Las autolesiones no suicidas o ALNS son reconocidas como un trastorno psiquiátrico de conducta suicida y autoagresión en el Manual de Merck.
Predominantemente, las lesiones se autoinfligen en brazos, manos, muñecas y muslos, por ser áreas accesibles y se utilizan objetos como sacapuntas, cutters, encendedores o el propio cuerpo, indicó la universitaria.
¿Por qué las personas se autolesionan?
En las décadas de 1960 y 1980, se pensaba que las autolesiones no suicidas eran comunes en personas con trastornos mentales, historial de violencia familiar o abuso sexual. No obstante, hoy en día, las autolesiones no suicidas son vistas como una elección por parte de los jóvenes para enfrentar sentimientos desagradables, siendo una conducta habitual.
Y es que, según Galán Navarro, quienes se autolesionan, no buscan el suicidio, sino que tienen la creencia errónea de que ofrecen bienestar, dificultando el abandono de esta práctica.
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Este tipo de fenómenos ocurre, según la experta, debido a que carecen de herramientas para afrontar problemas cotidianos.
“Los jóvenes que se autolesionan suelen tener problemas para expresar sus emociones; pueden ser depresivos o bipolares, o haber experimentado violencia física, sexual o maltrato infantil. También es posible que sufran de un complejo de inferioridad”.
Ana Daniela Galán Navarro, profesora de la FES Iztacala de la UNAM
La frecuencia de autolesiones desarrolla en quien lo hace, tolerancia al dolor. Pero, esta tolerancia puede convertir un corte en un intento serio de suicidio, dijo la experta.
“Aunque algunos jóvenes se autolesionan para superar momentos difíciles, es crucial prestarles atención debido al alto riesgo de que puedan llegar al suicidio”.
Ana Daniela Galán Navarro, profesora de la FES Iztacala de la UNAM
¿Cómo abordar el tema de la autolesión en personas afectadas?
La profesora Galán Navarro de la UNAM recomienda tres acciones esenciales:
- Investigar las causas de la autolesión, como bullying escolar o problemas familiares
- Ofrecer un soporte familiar sólido para proteger al individuo
- Recomendar asistencia psiquiátrica si el terapeuta lo considera pertinente
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La tendencia a la autolesión comienza desde la infancia
La autolesión no es algo inherente a los seres humanos. Según Galán Navarro, los bebés utilizan la autolesión como medio de comunicación.
“Los bebés no pueden expresar sus emociones verbalmente; no tienen la capacidad de decir ‘estoy enojado, estoy triste’ como lo haría un adulto. Por lo tanto, se arañan, se rascan o tienen berrinches, durante los cuales pueden llegar a herirse al golpearse contra el suelo”, explicó.
A pesar de ello, agregó que “estas conductas suelen atenuarse cuando el niño alcanza los 2 años y toma conciencia del daño que se puede causar. En esta etapa, los padres desempeñan un rol crucial, estableciendo límites y enseñando al menor a no autolesionarse, con advertencias como ‘no te pegues porque vas a sangrar’”, mencionó la profesora universitaria.