Maggie Hegyi nos dice que sentir alegría o enojo es normal, que hay que aprender a recibir esas emociones para después poderlas canalizar y “liberarnos de ellas”.
Hegyi analiza cómo la tristeza afecta a nuestro cuerpo y pone de ejemplo los casos de depresión que aumentaron a raíz de la pandemia del COVID-19.
“Muchos de estos casos presentaban una tristeza generalizada”.
Muchos estudios han demostrado que la tristeza hace hincapié en nuestra salud y uno de ellos es que afecta el sistema inmunitario; baja las defensas y puede generar una enfermedad inflamatoria.
Además, como lo retoma Hegyi, dentro del mismo estudio dice que la tristeza afecta la percepción de la temperatura; por ejemplo, aumenta la sensibilidad al frío, por eso cuando una persona está triste quiere estar “acurrucada y tapada”.
Hegyi señala que la tristeza también puede afectar el apetito. Hay personas que comen mucho o simplemente no les da ganas de comer.
“Una persona que está completamente metida en una tristeza tiene un alto nivel de estrés, eso eleva el cortisol y hace que la persona tenga mucha fatiga, que es muy común en procesos depresivos”.
Maggie Hegyi nos recomienda “sentir la tristeza”, “aceptarla” y “llorar”.
“Si tienes ganas de llorar, hazlo, no lo reprimas, eso te ayudará a liberarte”.
Para finalizar, Hegyi dice que si estás pasando por un problema de tristeza muy grave acércate a un médico para que éste te pueda guiar.