Los niños latinoamericanos, incluidos los de México, a diferencia de los menores de otras regiones, tienden a somatizar la ansiedad, es decir a expresar mediante síntomas físicos este sentimiento, asegura Laura Hernández Guzmán, del posgrado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Niños latinoamericanos somatizan la ansiedad
“A diferencia de los de otro origen, los latinoamericanos al sentirse ansiosos pueden manifestar vómito, náusea o dolor de cabeza, o simplemente parecer enfermos”, sostiene la Hernández Guzmán, quien ha estudiado el tema por más de 30 años.
En sus investigaciones, la académica ha observado a bebés protagonizar berrinches extremos cuando sus padres pelean o discuten. “Un ambiente hostil en la pareja puede afectar a un infante, quien no sabe manejar estos escenarios ni encuentra en sus padres un apoyo para procesarlos”.
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De ahí que destaqué la importancia de que, aunque son muchos los factores los que pueden desencadenar la ansiedad en los niños, se debe poner especial atención a las prácticas parentales, es decir, a las acciones por parte de los padres o cuidadores.
Y es que, según la universitaria, la ansiedad en los niños es difícil de detectar pues sus síntomas no saltan con facilidad a la vista y pueden permanecer ocultos por mucho tiempo.
Ansiedad en los niños
La experta define la ansiedad infantil como una respuesta fisiológica que puede confundirse con el miedo; sin embargo, no son lo mismo y explica por qué:
“El último es la reacción esperable ante una situación real de peligro, como si, por ejemplo, en este momento entrara un tigre por la puerta. En contraste, la ansiedad es desproporcionada, como cuando alguien huye y se descompone al ver en su habitación una araña minúscula”.
Hernández Guzmán, quien ha estudiado el tema por más de 30 años, señala que lo que predomina en los niños son las fobias, en especial las específicas, es decir, el miedo a objetos, animales o situaciones.
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Datos de la Unicef señalan que la ansiedad en menores de edad se manifiesta como pánico, nerviosismo, cansancio e irritabilidad, Mientras que, cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan que tan sólo en 2019 unos 58 millones de niñas, niños y adolescentes en el planeta experimentaron algún episodio ansioso.
Según, la experta, la ansiedad infantil es difícil de detectar, ya que “sus síntomas no saltan con facilidad a la vista y pueden permanecer ocultos por mucho tiempo”.
¿Cómo prevenir la ansiedad infantil?
Para prevenir la ansiedad en los menores es importante que los padres, madres o cuidadores primarios sepan qué hacer. Por ello, la académica sugiere que “en vez de discutir, pelear o gritar frente a ellos lo ideal es ayudarles a regular sus emociones”.
Por ejemplo, si el infante va dentro de un automóvil y llora si se estaciona un autobús grande al lado, lo adecuado no es arrancar rápido para evitar el camión, sino ayudarlo a interpretar la situación de manera distinta. “Eso es proveerlos de herramientas para lidiar con todas esas situaciones cotidianas”, aclara.
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También recomienda estar atentos a cualquier manifestación de hipervigilancia, es decir, de un estado de alerta aumentado.
Esas son alertas para buscar a un especialista, pues diagnosticar y tratar la ansiedad en la niñez y de forma temprana es importante para evitar que, a largo plazo, ésta se exacerbe y genere proclividad a otros problemas en la adolescencia y adultez, como la depresión.
