La isla chilena de Rapa Nui, el territorio habitado más remoto del planeta, situado en medio del océano Pacífico, ha recibido en masa este verano a turistas de todo el mundo. Entre ellos chinos, atraídos por la celebración de una fiesta de tradiciones ancestrales, en medio de su reactivación tras un largo cierre por la pandemia.
Siete vuelos llegan cada semana desde el continente, a 3 mil 700 kilómetros de distancia por mar, repletos de viajeros curiosos por conocer los emblemáticos moais, monumentos humanos tallados en piedra volcánica hace siglos por los nativos, los cuales representan a los antepasados.
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La semana de Rapa Nui
Las visitas extranjeras se enteran por redes sociales, medios de comunicación y a través de sus amigos o familiares, de la Tapati, la principal fiesta de esta isla situada en la región de la Polinesia. Ésta rememora a lo grande los orígenes de esta etnia milenaria del 9 al 17 de febrero.
“Hoy es mi primer día en la isla, de la cual yo sólo conocía los moais, por las fotos y las noticias, son muy famosos”, afirma Tong Li, de 32 años de edad.
La joven aprovechó sus vacaciones como trabajadora en una compañía financiera en Beijing para viajar por Sudamérica. Así conocer los innumerables vestigios arqueológicos que abundan en este museo a cielo abierto, donde la tradicional Semana de Rapa Nui, en español, la fascinó.
“Esto es muy asombroso para mí. Ellos tienen mucha energía, son muy cálidos y aman su estilo de vida. Nunca había visto algo así”. Dice Tong, sin dejar de mirar la procesión de carrozas alegóricas, bailarines y bandas musicales que se extiende por cuadras en la bahía de Hanga Roa, el único centro urbano.
Durante la Tapati, se realizan apasionadas competencias de danza, música, arte y deportes tradicionales, junto con banquetes, desfiles y muestras de artesanía.
Los beneficios que trae la fiesta
La también llamada Isla de Pascua por los primeros navegantes europeos que avistaron esta tierra volcánica en el siglo XVIII casi duplica su población natural a 15 mil personas.
“La Tapati ayuda mucho a la economía, se llena la isla de turistas, los aviones están llenos. Es difícil llegar a la isla si no te programas con anticipación”, dice el coordinador general de la edición número 56 del festival, David Icka.
En época estival, este territorio triangular de paisajes únicos entra en estado de “latencia”. Una medida que vigila el ingreso y permanencia de turistas en Rapa Nui.
El objetivo es proteger su frágil ecosistema. El cual se halla afectado por el cambio climático y la contaminación por plásticos que atraviesan los océanos y se acumulan en sus costas.
Los rapa nui encabezan una fuerte lucha contra la producción excesiva de este material a nivel global.
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Turismo chino
Durante el pico anual de turismo por la Tapati, es habitual ver a pasajeros provenientes de China que llegan fascinados por los mitos que giran en torno a la cosmovisión isleña, aseguran los locales.
“El turista chino o asiático viene todo el año, y para la Tapati vienen muchos. Les llama la atención cómo mantenemos nuestra cultura, cómo mantenemos nuestra lengua, para ellos es muy llamativo”, asegura David Icka.
El director de turismo del municipio, Uko Tongariki, señala que el festival conlleva “una retribución económica, pero salvaguarda siempre la parte cultural”.
Tongariki declara que tanto chinos como rapa nui comparten culturas milenarias. Otorgan suma importancia a la preservación de sus tradiciones, al igual que respetan y admiran a sus antepasados.
“China tiene eso muy arraigado, el tema cultural de cómo sus tradiciones se han mantenido hasta hoy. Eso conecta muy bien con el pueblo rapa nui”, explica.
Grandes distancias
La distancia no es impedimento para que los turistas llenen Rapa Nui con motivo de la Tapati. Un avión tarda poco menos de cinco horas desde la capital chilena, Santiago. Mientras que volar desde el país asiático puede tomar entre 20 y 50 horas, dependiendo de las escalas.
Los pasajeros participan en decenas de actividades locales que traen al presente las costumbres originarias y reviven sus creencias.
Fang Chi, ciudadana china de 30 años, recorrió varias ciudades de Chile antes de arrbar a Rapa Nui, luego de leer un libro que la motivó a explorar el otro hemisferio.
“Estoy muy entusiasmada. Para mí todo esto es nuevo y emocionante”, dice, deseosa de caminar por los volcanes dormidos, bañarse en playas de arena blanca y conocer el significado de los cerca de 900 moais e incontables petroglifos rupestres protegidos celosamente por la comunidad.
El turismo es el principal sustento económico de la Isla de Pascua. Un lugar verde y prístino, que acoge tras la pandemia unos 120 viajeros viajeros al año.