Desde hace cuatro generaciones, la familia del mexicano Gael Franco Mondragón se dedica a la producción del amaranto, una semilla nativa de México que se considera un “superalimento” ya que contiene más proteínas que el maíz, el arroz y el trigo.
En el pueblo originario de Tulyehualco, que se localiza entre el lago de Xochimilco y las faldas del volcán Teuhtli, en la Ciudad de México, los Franco Mondragón han logrado revitalizar la producción y comercialización del amaranto, sin dejar de lado sus raíces indígenas.
Consumido por los guerreros aztecas
“Desde hace tres o cuatro generaciones antes de mí, mis abuelos venían sembrando el amaranto. Antes, no había esa comercialización, sembraban el amaranto porque fue un cultivo que se perdió desde la época de los aztecas; entonces, ellos le empezaron a dar continuidad y mi abuelo fue el que empezó esta parte de comercialización del amaranto”, contó Franco a Xinhua.
El amaranto es uno de los cultivos más antiguos de Mesoamérica, el grano se domesticó en América hace más de 4 mil años por culturas precolombinas. Lo consumían los guerreros aztecas para incrementar su fuerza y lo consideraban sagrado porque resistía las sequías.
Sin embargo, la producción de amaranto disminuyó drásticamente después de la Conquista española, entre 1577 y 1890, pues su consumo era casi nulo debido a su uso ritual, que los españoles no aprobaban.
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Cuatro generaciones de amaranto
“Realmente, el amaranto significa mucho para nosotros. Mi abuelo básicamente apostó la mayoría de su vida en sembrar el amaranto por los beneficios que trae la semilla, la planta y, realmente, toda mi familia se dedica a eso porque es un sustento y es el futuro de la alimentación aquí en México“, afirmó Franco.
Asimismo, el productor recordó que sus antepasados fueron los pioneros en hacer las barras de amaranto y añadir algunos otros elementos para hacer más atractiva a la semilla.
“Él sembraba y empezó a dar los primeros pasos para poder hacer las barras de amaranto, así como todos los productos que tenemos aquí. Mi papá ya fue el que lo industrializó y, ahorita, yo soy el que continúa con esa parte”, refirió.
“Nosotros lo que hacemos es desde la semilla. Vamos hacia Xochimilco a sembrarla en el chapín (técnica de siembra ancestral) y, una vez que la planta ya está grandecita, pasamos aquí al Teuhtli a sembrarla”, abundó Franco.
Adecuarse a la modernidad
Una vez que se tiene el cereal, dijo, es cuando ocurre la parte de la transformación que es hacer todos los productos que se venden con gran éxito en distintas partes de México y el mundo.
“Hace algunos años, dimos una prueba de mercado para España por la parte de Europa y, ahorita, estamos con esa parte de comercializarlo ya fuera de México, en Estados Unidos, en Colombia, en ese tipo de países”, comentó.
El joven consideró que la industria amarantera ha ido cambiando con el paso del tiempo; sin embargo, ha logrado sobrevivir a la modernidad a través de la optimización de los procesos y de la introducción de nuevos elementos como el chocolate y los frutos secos a sus productos.
“Nosotros manejamos churros de amaranto, hojuelas, cereal natural para los licuados, granolas, barras de amaranto, barras de miel, obleas, galletas y pan“, detalló.
El superalimento para consumo humano
Además de ser una planta hermosa debido a sus brillantes colores amarillos, violetas y rojos intensos, el amaranto también aporta importantes beneficios a la salud de sus consumidores.
“Es muy bueno para el calcio de los huesos, tiene un poquito más de calcio que la leche, tiene muchos aminoácidos y vitaminas, que nos pueden ayudar para el crecimiento y, sobre todo, el cereal natural. Este (último) sí ayuda muchísimo para, por ejemplo, enfermedades como diabetes. Es un cereal que sí compite con otros en calidad de nutrimentos”, destacó.
El cereal aporta, también, vitaminas A, B, C, B1, B2 y B3, ácido fólico, calcio hierro y fósforo, y es una fuente rica en aminoácidos como la lisina.
El amaranto destaca también por su bajo impacto ambiental, ya que puede cultivarse en cualquier lugar sin requerir mucha agua e, incluso, en condiciones de sequía.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el amaranto se considera como el “mejor alimento de origen vegetal para el consumo humano” por su alto valor nutricional.
Por Carina López y Pool Contreras