Los pétalos de cempasúchil forman un camino rumbo a la mega ofrenda, que, aún entre rejas y como a las almas, lleva a Arturo de vuelta a casa. Él nació un 2 de noviembre y confiesa que la emblemática fecha le recuerda a su familia.
“Me recuerda al hogar; más allá de mi cumpleaños, el ambiente que se hacía en la familia recordando a los que ya no estaban; el olor de la casa, a copal, a ocote, las veladoras por todos lados… la luz”.
Arturo, interno en el Reclusorio Norte.
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Músico de profesión, el joven de 25 años da clases de piano y solfeo. Cumple una condena en el Reclusorio Norte, donde este año los internos han instalado una mega ofrenda para recordar a sus seres queridos.
“La familia que siento más cercana es la que ya está del otro lado, porque para hablar con mi papá tengo que marcar un teléfono, tengo que esperar a que me conteste, pero con ellos puedo hablar todo el tiempo”.
Arturo, interno en el Reclusorio Norte.
Adriana, la catrina del Reclusorio Norte
Desde antes de llegar al centro de reclusión, Adriana ya bailaba danza folclórica. Vestida de catrina, muestra su talento en el auditorio del penal.
“Me gusta aportar mis conocimientos en cuanto a lo folclórico, en cuanto a maquillaje, bailes; me gusta compartirlo con mis compañeros”.
Adriana Díaz, interna en el Reclusorio Norte.
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Su sentencia, dice la bailarina, es una metáfora del viaje, según la cosmovisión mexica, que hacen las almas por el inframundo.
“Aquí es un espacio donde, si uno decide, se puede purificar, se puede llegar a ser mejor persona y esa es la idea de un centro como este tipo. Este lugar es una especie de Mictlán”.
Adriana Díaz, interna en el Reclusorio Norte.
Con mega ofrenda, conmemoran el Día de Muertos en Reclusorio Norte
Los internos del Reclusorio Norte también recrearon un panteón donde no faltan incienso, veladoras y flores, incluso, pusieron ahí sus recuerdos y música.
Con la ofrenda, el panteón y la danza compiten de manera creativa con los internos de otros centros penitenciarios y, además, resguardan una tradición, coinciden Adriana y Arturo.
“Los recuerdos de niño, cuando quizás hacíamos travesuras y nos comíamos las cosas de la ofrenda”.
Adriana Díaz, interno en el Reclusorio Norte.
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“Cada quien pone sus recuerdos personales: es un panteón ‘ahora yo quiero hacer un mural’; ‘ahora yo quiero poner las calaveras aquí’… Cada uno va poniendo su granito de arena y se va haciendo esto cada vez más grande”.
Arturo, interno en el Reclusorio Norte.
Antes de volver a los dormitorios a esperar que los difuntos lleguen a su ofrenda, Adriana asegura que estas actividades son un acto liberador.
“¿Tradición es reinserción? Sí claro, es parte de nuestra cultura, es todo lo que dejamos allá afuera, es nuestra familia, nuestro recuerdo, nuestro pasado”.
Adriana Díaz, interna trans en el Reclusorio Norte.