De los años 60, 70 y 80, David regresa el sonido a los tocadiscos, y a las familias, los recuerdos.
“Me encanta porque recupero algo del pasado”
David Colín, restaurador
Lo que para algunos son deshechos, para él, un tesoro. Repara cada consola quirúrgicamente; se asegura de que reproduzcan disco de vinilo y también el radio:
“Lo que hago es identificarlas, platicar con ellas y decirles: ‘Yo voy a darte vida, ayúdame'”.
David Colín, restaurador
Se pasa, a veces, hasta 15 días con un solo aparato.
“La desarmo toda, toda, toda, toda; le inyecto un foquito, le pongo una patita; las checo bien, las limpio, las lubrico, las sopleteo, las aspiro. Me paso los días enteros con una consola, con un aparato pueden ser hasta ocho, 15 días, 20 días. Las formo y voy sacando una por una”.
David Colín, restaurador
De origen nacional e internacional, una vez rehabilitados, lo que más disfruta de los tocadiscos es el sonido del sistema de bulbos.
“El ruidito que hace es algo tan hermoso que no tiene precio, no tiene comparación. Es un sonido diferente a lo que hay ahora… Ese ruido no se paga con nada”.
David Colín, restaurador
A sus manos han llegan piezas tan antiguas como un fonógrafo.
“Es una reliquia, éste es de los 30, 40, o poquito antes”.
David Colín, restaurador
Con los tocadiscos reparados, llega los domingos a La Lagunilla. Incluso, analiza la posibilidad de modernizarlos.
“Estoy viendo si les cuelgo un bluetooth, si les cuelgo un USB, para el mueble que no sirva, que tenga vista y que tenga música”.
David Colín, restaurador
David busca que estas reliquias se mantengan con vida pese al paso de las generaciones.