Tiene 71 años, casi la mitad de su vida la ha trabajado aquí.
Ellas recorren los pasillos del panteón, una lleva un tubo al hombro, otra, la escoba y la pionera, una carretilla. Se trata de las “Camilitas”, mujeres sepultureras.
“En un principio no me gustaba, me daba miedo y luego me toca aquí… no pues yo le tenía miedo a los muertos, pero pues te vas acostumbrando poco a poco”.
Guadalupe Contreras, sepulturera fundadora, Camilitas.
A veces pasan los días, casi solas en el Panteón. Alma, Guadalupe y Agustina trabajan aquí todos los días de 7 de la mañana a 3 de la tarde, son las “Camilitas” del panteón San Rafael de la Ciudad de México.
Diario, inician muy temprano, primero limpian pisos y lápidas. Después, cuando hay servicio, llegan a la fosa que deben alistar.
Alma Rojo es hija de la “Morena” otra de las pioneras en este oficio.
“Todo lo que se hace aquí me gusta, porque yo veía a mi mamá, yo venía aquí cuando estaba chica y veía todo lo que hacía mi mamá en el campo, cuando tenía servicio también veíamos como escarbaba cómo sacaba los muertitos y pues me gustó”.
Alma Rosario Rojo Contreras, sepulturera, “Camilitas”.
Reconocen que sepultar es un oficio difícil, que requiere fuerza física y emocional.
De sus 51 años, Agustina Rosas ha pasado 12 trabajando en el panteón.
“Aquí es como nuestro hogar, porque llegamos muy temprano llegamos al cuarto para las 7 y nos vamos ya tarde si tenemos trabajo pues tenemos que esperarnos, si no pues nos vamos a las 3, prácticamente aquí desayunamos, almorzamos, comemos todo hacemos aquí”.
Agustina Guadalupe Rosas, sepulturera, “Camilitas”.
Trabajan con la muerte y el dolor, “Camilitas”, mujeres que encaminan el alma al cielo.