Caminar por sus calles es caminar entre colores, se trata de San Felipe, en el estado de Yucatán, un pueblo pesquero que aún mantiene vivas sus tradiciones y costumbres, como sus casas de madera pintadas en tonos alegres.
Sus calles reflejan un auténtico arcoíris y la hospitalidad de su gente.
“Pues esto de las casas de madera, es la mejor casa, porque son muy frescas”.
Herminia López, vecina de San Felipe.
Ubicado a unos 155 kilómetros de Mérida, el municipio de San Felipe es uno de los sitios pocos conocidos, donde el tiempo parece detenerse.
Los primeros pobladores llegaron a este lugar hace dos siglos y hoy, como entonces, el motor principal del puerto sigue siendo el movimiento de las lanchas y las redes.
“Bastante pescaban en lanchas y ahora ya hay, cuando esto de la pesca, yo cuando empecé a pescar, ya tiene como 25 años, había pocas lanchas”.
Efrén Tuz, pescador.
Además de los colores de las casas, en San Felipe es obligado realizar un recorrido en la ría, agua dulce que se junta con el mar, la zona de manglares y una playa casi desierta.
“Es como una pequeña Isla que nos aparta del pueblo”.
Norla Vargas, turista.
Desde el Malecón, donde según la leyenda local los españoles enterraron las joyas robadas de un cementerio de señores mayas, salen las lanchas de pescadores que cruzan la ría que rodea al pueblo, para llevarte a la playa.
En el paseo también pueden llevarte a observar cocodrilos y muchas otras especies de aves marinas; pero si hay algo que no puedes dejar de observar en San Felipe, es la puesta de sol, de los oasis que aún quedan por descubrir en Yucatán.