Para muchos, la pirotecnia en fin de año representa diversión y fiesta, sin embargo, para quienes viven con el Trastorno del Espectro Autista, de todas las edades, implica riesgos para su salud mental, emocional e incluso física.
Luis Guillermo García tiene 16 años y es una persona autista.
“Es una situación completamente estresante, donde incluso te llegas a sentir impotente puede causar cierto nivel del dolor.”
Luis Guillermo García, persona con autismo
Esta situación se debe a que la mayoría de las personas con autismo, desarrollan hipersensibilidad auditiva.
“La pirotecnia tiene como decibeles que rebasan la capacidad de su sistema auditivo, por protegerse entonces, muchas veces esto genera crisis que pueden ser llantos, que no pueden parar con nada. Es como si estuvieran sonando bombas por todos lados.”
Tania Gutiérrez, psicoterapeuta
Los familiares de Guillermo saben que en temporadas decembrinas, deben extremar precauciones.
“Y pensar que tienes que aislarlo, que tienes que quedarte en tu casa, que tienes que tomar previsiones, como cerrar cortinas, cerrar puertas, poner cosas debajo de las puertas para que tu hijo no padezca tanto.”
Guillermina Maldonado, mamá de persona con Autismo
Guillermo toma sus propias previsiones.
“Uso audífonos más grandes si es demasiado el sonido o llega a ser muy molesto, porque uno no siempre puede cambiar el lugar donde está.”
Luis Guillermo García, persona con autismo
Pero entre más pequeño es el individuo con autismo, aumenta la probabilidad de sufrir una crisis.
“Se puede poner a correr por todos lados, buscando la manera de protegerse. Llegan a agredirse a sí mismos.”
Tania Gutiérrez, psicoterapeuta
En algunos casos, las familias colocan un listón azul en la puerta de su casa o en puntos cercanos, para advertir que hay personas con autismo y así generar conciencia.
“Con la idea de que la gente sepa, ahí hay alguien sensible auditivamente. Y si van a jugar con cohetes y demás, respeten y mantengan una distancia.”
Guillermina Maldonado, mamá de persona con Autismo