Como si fuera un ritual, Andrea retira la yerba, remueve la tierra, escarba un hoyo de 20 centímetros y luego toma un árbol para plantarlo en su chinampa.
Un ahuejote o sauce del agua que, como dice su nombre, debe sembrarse en época de lluvia.
“Antes no tiene caso y después tampoco porque se viene el invierno y es más difícil para el árbol sobrevivir”.
Andrea Gómez | Productora de hortalizas
Álvaro también es productor de la zona lacustre de Tláhuac, agrega que, entre un árbol y otro, debe existir cierta distancia.
“Cada dos metros, metro y medio, el árbol se le permite el desarrollo normal y además las raíces se echan para evitar los deslaves de las chinampas”.
Álvaro Ramírez | Comisión Coord. Propietarios San Pedro Tláhuac
Una vez en tierra, el árbol sostén de la ingeniería prehispánica requiere de atención permanente.
“Estos árboles necesitan un monitoreo constante, requieren un mantenimiento cajete, un retiro de yerba y de pasto, que pueda comprometer su acceso a la luz y al agua”.
Merari Serrano | Productor de Tláhuac
La reforestación con ahuejote no solamente obedece a la preservación del mítico paisaje de los canales de Tláhuac y Xochimilco, platica Álvaro Ramírez a UnoTV.
“Muchos árboles ya están viejos, se están derribando, cayendo hacia el canal y se están plagando con una yerbita que se llama muérdago y esa los seca definitivamente”.
Álvaro Ramírez | Comisión Coord. Propietarios San Pedro Tláhuac
Los habitantes y productores de esta zona han emprendido la reforestación con más de tres mil ahuejotes. Con estos guardianes del patrimonio agrícola, explica Merari, buscan contener el desgajamiento de las chinampas que ha provocado la reducción del agua en los canales.
“Fortalece los taludes y las orillas de las chinampas, genera suelo, es decir, no permite que se desgaje o se deslave la tierra de las chinampas, sino que lo que hace es generar una estructura”.
Merari Serrano | Productor de Tláhuac