Al enterarse del poder contaminante de una sola colilla de cigarro, Francisca Flores inició una cruzada: En dos semanas recolectó tres kilos de colillas.
“Un kilo son aproximadamente 2,500 colillas, imagínate cada colilla contamina 63 litros de agua”.
Con permiso del ITAM, donde estudia en la Ciudad de México, colocó dos ceniceros de plástico en la entrada principal. A 6 meses, la iniciativa ha impactado en la comunidad estudiantil y ya hay aliados fumadores.
“Las colillas las tiraba antes en el bote, y ahora, las guardo en una botella, y ya cuando lleno la botella se las paso a Fran”.
José Carlos, estudiante del ITAM
Trabajadores del ITAM, como Fernando, han sido clave para el éxito de esta iniciativa.
“Hay que estar enseñándoles para que vayan viendo que no se junte la basura con las colillas”.
Fernando Ruiz, trabajador del ITAM
Francisca también convenció a tres cafeterías de la zona escolar para recolectar colillas de cigarros
“Todas las colillas de nuestros clientes van al contenedor, lo llenamos y se lo pasamos a Francis”.
Gustavo Hernández, restaurantero
José Pablo, de la organización estudiantil Verde ITAM, unida a la cruzada, coloca junto a Francisca información del impacto de las colillas.
“Creo que ha tenido buen avance porque como que sí se está logrando recolectar las colillas y poco a poco disminuir el impacto que tiene esto”.
José Pablo García, estudiante y miembro de Verde ITAM
Las colillas recolectadas las llevan a la empresa Ecofilter, quien las recicla y crea papel, entre otras cosas.
A quienes apoyan, les regalan un cenicero de Ecofilter.
Francisca quiere llevar su idea por lo pronto a más universidades y evitar que una simple colilla de cigarro cause un gran daño.